El pasado mes
de marzo tuve la oportunidad de asistir al III Congreso Anual de Libreros que se reúnen para
analizar, discutir, capacitar, conocer y todo lo necesario que tenga que ver
alrededor del mercado de libros, la lectura y la industria editorial en México.
El evento se
desarrollo en Valle de Bravo y que tuvo como anfitriona a la Librería Arawi,
reunió a la gran mayoría de los representantes de la industria Editorial en
México. Estuvieron presentes las grandes librerías, estuvieron Gandhi, El
Puerto de Liverpool y la Librería El Péndulo. También hicieron acto de
presencia la UNAM, el IPN y la UAM, así como diversas universidades públicas, la
gran demanda institucional. Estuvo Porrúa en su doble carácter de comprador-demanda
y vendedor-oferta, caso semejante al del Fondo de Cultura Económica, solo que
una es empresa pública y la otra, de capital privado.
Por el lado
opuesto, complementario, la mayor concurrencia y variedad correspondió a las
editoriales, tales y como Trillas, Limusa, Océano, Larousse, Urano, Fernández,
McGraw Hill, sin duda que la Oferta del mercado nacional fue tan numerosa como
variada. Y estuvimos también establecimientos de menor tamaño, con notables
diferencias en, inventarios, personal ocupado, lo mismo que en registro de
ventas, como por ejemplo la anfitriona Librería Arawi o la centenaria Librería
La Española de San Luis Potosí y la Librería El Arete de Tejupilco (quien en
esta reunión acepto la recomendación de expertos en Derechos Humanos del Libro
y cambio el anterior nombre de La Web o N@D@, como señal de evolución). Hubo más
asistencia y el espacio no alcanza para nombrar a todos los presentes. Por
supuesto que participo la Cámara de la Industria Editorial y el INDELI, (cuyos
oficios agradecemos para poder asistir) y no hay que dejar de mencionar a las editoriales que importan libros de otros países y que hacen del segmento internacional en México, un medio globalizado, actualizado y a precios y calidades muy
superiores a las nacionales. Quiero expresar mi reconocimiento a OMNIPROM (Promoción
Total) que importa y comercializa una variedad enorme de títulos de editoriales ibéricas
principalmente y al mismo tiempo, desarrolla una valiosa labor de difusión del
conocimiento y de apoyo a Librerías como la de Tejupilco, donde la confianza y
el apoyo decidido hace que “El Arete de Tejupilco” compita en precio y variedad
con librerías con más años de
establecidas, o en lugares más concurridos, poblados y educados.
Algunas cifras
que hay que tener presentes son que en México, se calcula que solo existen aproximadamente 500 librerías y de éstas, sólo 366 venden sólo libros. Con más de 100
millones de habitantes, entonces el índice de librerías per cápita equivale a
una librería por cada 250 mil o 300 mil habitantes. Hay otro dato que es
confuso pero refleja esta misma relación de precariedad: Que solo el 6% de los
municipios del país cuentan con una o más librerías. Y si consideramos que el
edo. de México tiene 46 Librerías tradicionales, por
114 en el DF, se entiende el abandono y la pobreza cultural de los mexicanos.
En comparación, Argentina
tiene una librería por cada 15 mil habitantes, España una por cada 12 mil,
Alemania, una por cada 15 mil, Noruega, una por cada 8 mil, Costa Rica, una por
cada 27 mil. Es decir que únicamente 145
municipios (de 2417) tienen la fortuna
de disfrutar una librería, donde encontrar algunos de los más de 137 mil títulos
disponibles en el mercado mexicano, que vendió en el 2012 más de 142 millones de
libros.
Lamentablemente,
la terca realidad es demoledora con todos los que se afanan por hacer de la
lectura un negocio, una forma de vida, un destino superior. Y cito a Guillermo
Sheridan quien publica en Letras Libres (2007) “Ya no es apreciación subjetiva
sino hecho científicamente demostrado: al mexicano no le interesan los libros…Las
estadísticas avasallan. Demuestran con alevosía y ventaja, sin mostrar forma
alguna de clemencia ni resquicio para el anhelado error metodológico, que al
mexicano (el 99.99 por ciento) no le gusta leer. Es más, no sólo no le gusta
leer, no le gustan los libros ni siquiera en calidad de cosa, ni para no
leerlos ni para nada, vamos, ni para prótesis de la cama que se rompió una
pata. Años de esfuerzo educativo, de aventar dinero a raudales en bibliotecas,
centros culturales, publicidad, cursos, campañas y ferias, premios y becas,
ofertas y descuentos, clubes y talleres, mesas redondas y presentaciones… Todo
para merecer la sincera respuesta: No, no queremos leer. Que no nos interesa.
Que no. Que no queremos. Que no haya libros y ya. Punto.
En ese
desolador paisaje de estadísticas, las más tristes son las que, Gabriel Zaid
difundió en su ensayo “La lectura como fracaso del sistema educativo”. Una de
ellas señala que hay 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios
superiores o de posgrado, pero que el dieciocho por ciento de ellos (1.6
millones) nunca ha puesto pie en una librería…. lacónico Zaid
concluye: “La mitad de los universitarios (cuatro millones) prácticamente no
compra libros.” Luego dice que “en 53 años el número de librerías por millón de
habitantes se ha reducido de 45 a 18” en la culta capital. Es decir: a mayor
esfuerzo educativo, menos lectores. Esto demuestra algo realmente inaudito: en
México la clase ilustrada es aún más bruta que la clase iletrada.
Otras
estadísticas que provienen de la OCDE y la Unesco, le otorga a México el sitial
107 en una lista de 108 países estudiados. Según esos estudios, el mexicano
promedio lee 2.8 libros al año. Hay sólo una biblioteca pública por cada quince
mil habitantes. El cuarenta por ciento de los mexicanos nunca ha entrado, ni
por error, a una librería. Existe una librería por cada doscientos mil
habitantes. En todo el país hay solamente seiscientas librerías ¿Y de veras se
creen que hay seiscientas librerías en el país? Y, para terminar, ¿de veras se
habrán tragado eso de que los mexicanos leen anualmente 2.8 libros per
capita? ¡Ignoro su metodología, pero conozco mi tierra!
El Sur
del estado de México es comprobación
palpable y verificable de las conclusiones de Sheridan y Zaid: la gente más
bruta es la que despache en las Direcciones de las escuelas y Universidades
locales que nunca se han parado en la Librería El Areté de Tejupilco, como tampoco los
Maestros que se ostentan con más títulos y méritos académicos.
Sin
embargo hay dos cosas que es necesario resaltar y que debo señalar: Por un
lado, que las cifras estadísticas que explican el mercado de la lectura en México
es parcial y corresponde al mercado formal: no incluye “piratería”, ventas sin
facturación, cambaceo, y la enorme corrupción que convierte a los docentes
en agentes al servicio de autores
selectos y repetidos, tanto como la corrupción en los municipios y pueblos que
deja espacios públicos para la venta de libro apócrifo, fotocopiado, robados o
usados. Hay que trabajar este lado informal e ilegal del mercado editorial en
México.
La otra
es que no hay que claudicar. Al lado de mi familia, nuestra experiencia ha
convertido lo que era un desierto estéril de terca necedad y brutal ignorancia,
en pequeños oasis, que se reproducen y crecen y que apuestan por la gente que
piensa (poca), la juventud que escucha (poca), la niñez (toda la esperanza es
toda)… En los Padres que los hay… en la gente que atiende y escucha, que es una
especie de bola de nieve. Se necesitan héroes en México para hacer que las
cosas cambien.
Esta
semana estaré en la FIL y espero aprender más para no perder rumbo ni destino
en mi Misión, nada espiritual sino política.