Me encontré este ameno libro del
Maestro Fernando Savater, cuyo titulo es el que empleo para este ensayo. Creo
que es importante analizar este término que dibuja una raya entre lo bueno y lo
malo y así mismo, la diferencia entre lo malo y el maldito. Porque parece ser
que todos los humanos, los mexicanos de hoy, somos o malos o malditos. Y que la
vida no podría ser únicamente un mundo de gente buena. En tiempos en que el
horror ha escalado en México, hasta la cima de la sinrazón social: 50 mil
muertos en 5 años, obligan necesariamente a reflexionar sobre el absurdo político
nacional. Si la ETA
anuncia en España su desmovilización y se escuchan voces que reclaman los 829
muertos en 40 años. ¿Quién habrá de exigir justicia, ni perdón ni olvido, para los
autores del genocidio impuesto en México?
¿Quienes son los malos del drama
nuestro y quienes los malditos? Porque los que mueren son victimas inocentes,
calificados como daños colaterales, en el bofetadón provocador de grosera
impertinencia Son las fuerzas públicas, que pierden la vida al obedecer sin
preguntar Y son esa vaga, brumosa, categoría que responde al epítome de crimen
organizado: compuesto de seres que dudan y se arrepienten, son los
incontinentes, son los malos. Y por aquellos sujetos que saben y hacen y dicen
¡si y que!: son los intemperantes, son perversos, son malditos.
Mayoría que muere con un rasgo en
común -la naturaleza genocida- es que son jóvenes de 15 a 40 años, producto del
desempleo, del quiebre de la economía, desaparición de la agricultura
productiva local, de la aceptación de reglas comerciales desfavorables. Sin
empleo, sin esperanzas, exiliados en su país, sin justicia alguna, emigrantes
corrompidos en las entrañas de los vicios norteamericanos. Mexicanos malos y
malditos, producto de la corrupción de la vida política primero y de todo lo
demás después. Son los gobernantes que deliberaron, razonaron, decidieron a
sabiendas, que apostaron al desorden social, a la ruptura de instituciones,
leyes, tradiciones, usos y costumbres, normas y pautas de vida. Son los hombres
del poder, la mafia, los verdaderos malditos. Son los que usurpan el honor de
ejercer la política, los intemperantes que hacen lo que saben que esta mal y
gozan.
En el prólogo de Malos y Malditos, Savater “propone una
distinción conceptual basada en grados de maldad. Primero habla de los malos,
que son los que se han creado a sí mismos, los que han elegido entre el bien y
el mal éste último como forma de vida. Después se refiere a los malditos, los
que practican el mal porque no tienen elección, porque se han visto impulsados
por las circunstancias, porque se ven odiados, apartados o discriminados. Por
último menciona a los adversarios, generalmente animales, que no pueden ser ni
buenos ni malos porque desconocen el significado de estos conceptos”.
Sin embargo, mis lecturas de las Éticas
de Aristóteles me llevan a encontrar una discrepancia que seguramente es
producto de un error de interpretación de mi parte, pues el maestro Fernando
Savater es el Filósofo y yo acaso, trato de romper con pinceladas de sabiduría,
mis prejuicios ideológicos. No obstante la admiración que Savater profesa a los
primeros y la conmiseración que dice experimentar por los segundos no la
comparto, no al menos en estos momentos de tan terrible maldad que se ha
apoderado de mi patria
Según Savater, a la cabeza de los
malos están el profesor Moriarty (bien puede ser Salinas de Gortari) o Lady
Macbeth (Elba Esther Gordillo, sin duda); entre los malditos aparecen Frankenstein
(Calderón o Peña Nieto), el fantasma de Canterville (los Cardenales Iñiguez u Onésimo
Cepeda) o Sansón Carrasco (López Dóriga o Ferriz de Con); serían enemigos los
velocirraptores de Parque Jurásico o
el Tiburón blanco en Jaws (El Chapo o cualquier otro más de tantos
“narcos”) Pero me detendré en dos casos que llamaron poderosamente mi atención:
Chaka y su maldición y, el cerdo “Napoleón” de Rebelión en la Granja. Comienzo con el primero y dejaré para una segunda parte la
obra de George Orwell, con la que tratare de desarrollar mi propia
interpretación del mal y la maldad clásica.
Considerado a la par de
estrategas militares como Julio Cesar o Napoleón Bonaparte, Chaka representa en
la historia del pueblo Zulú lo que Carlomagno para Europa o Bolívar para
Sudamérica. Sin embargo, la biografía de este personaje prácticamente no existe
en los libros de historia por dos razones entendibles: haber sido un auténtico
mataingleses, que se intentaban apoderar del cabo sur de África; y por ser
victima de una terrible maldición de la que fue advertido y de la que no pudo
escapar. Cruel y sanguinario, las guerras que peleo Chaka, las muertes que infligió,
el terror que sembró no le dejo ser nunca, un buen gobernante y paso, en cambio,
cuidando que ninguno de sus hijos viviera, pues como Edipo de Tebas, Chaka
estaba sentenciado a que uno de sus descendientes habría de matarle al crecer:
lo que efectivamente, así sucedió.
En La Maldición de Chaka de Ridder Haggard, el
personaje central es Chaka, pero es Umslopogaas, el hijo valiente, fuerte como
su padre, pero mas humano el que sobrevive a matanzas bestiales, como la de 400
mujeres a quienes Chaka acusaba de practicarle brujería y en cambio, culmina
protagonizando, una historia donde hay mucha sangre y escenas tremendas: hay
hombres que viven entre lobos y que se comportan peor que las fieras. Hay también,
una historia de amor del mismo Umslopogaas y Nada el Lirio que acaba de manera
trágica. “Cariño imposible mejor que la crueldad estéril, porque como dicen los
poetas, el amor es mas fuerte que la misma muerte”
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