Nada muestra de manera mas
contundente los yerros en la idea del materialismo histórico y las fantasía políticas,
que comparar las estructuras artísticas entre dos países que como México e
Inglaterra están de la ceca a la meca, otros dicen entre el oro y el moro, tiquis-miquis, teje-maneje, troche y moche.
Porque las transmisiones de los Juegos Olímpicos por la televisión
mexicana fueron un portento de vulgaridad, estupidez, exaltaciones ruidosas.
Porque al finalizar el ciclo de las competencias olímpicas se anuncian estrenos
de programas telebasura con personajes como el “Juanito” -afamado al traicionar
a AMLO- o la Edecán ,
“soñada del escote en el debate”, o los Realty-show (sic) La Voz. Porque todo lo
que se entiende por entretenimiento nacional, es demostración de la decadencia
de un México que se impone solo por la fuerza y la corrupción. Es el México de
plazas y palenques como los de Isael Villa en Tejupilco, es la Guerra de Chistes, o los
bodrios nauseabundos tipo Comander-Jenny Rivera-Espinoza Paz ¡guacatelas! Son
el estilo vulgar y ramplón, de mal gusto a lo gabacho, la nausea gringa, la cursilería
y el ridículo, como el uso de togas y birretes en las “clausuras escolares”, en
las celebraciones agrestes y babeantes.
Que diferencia al presenciar los esfuerzos de un sistema de Televisión
(con mayúsculas) como ESPN que hizo de las Olimpiadas un monumento a la
cultura, al buen gusto, la inteligencia, y las bellas artes en general. Destaco
la importancia que los segmentos destinados a comentar los Juegos Olímpicos, dedicaron
al reconocimiento a la sabiduría, a la experiencia y a la autoridad natural de
quien sabe y es bueno, noble y virtuoso.
Son las oportunidades que la pax Olímpica brinda desde hace 3 mil años a
la humanidad, para recuperar un tiempo de reflexión, de observancia y de
recuperación. Que mejor ejemplo que la majestuosa demostración de que el arte,
el diseño, la moda, el estilo, las tendencias, la música, el poder, la
tecnología y la riqueza se originan en
Inglaterra.
La clausura de los Juegos
Olímpicos de Londres 2012 inició con el emblemático tema, Our House, ejecutado
en directo por la banda inglesa Madness, con la recreación en escena de
personajes en la historia de la cultura musical británica así como de uno de
los personajes icónicos del Reino Unido, Winston Churchill saliendo del no
menos famoso Big Ben. Aunque en la transmisión televisiva poco se vio, uno de
los integrantes de Madness portó una máscara con el rostro de la reina Isabel
II, En el Estadio Olímpico de Londres también se tocó en la fiesta olímpica el
tema Parklife del grupo local Blur, seguido por los Pet Shop Boys. El pop de
banda One Direction también se presentó en la ceremonia con la agrupación
juvenil del momento para el regocijo de las teenagers. Posteriormente el líder
de la banda The Kinks, Ray Davies, se sumó a la fiesta para cantar en el adiós
a Londres 2012.
Uno de los momentos más emotivos
fue cuando Emili Sande cantó, mientras en las pantallas se proyectaban algunos
de los momentos más estremecedores de los atletas en la competencia deportiva
que acaparó la atención del mundo entero. Después del desfile de las distintas
delegaciones del mundo se escuchó en el estadio el tema Rapsodia Bohemia, del
Grupo The Queen, que siguió con otro clásico del cancionero moderno británico,
Imagine, de John Lennon, -sin olvidar que otro ex beatle, Paul McCartney
inauguro las mismas competencias- con imágenes del desaparecido genio musical. La
música en directo se retomó con George Michael, una de las figuras más famosas
del pop de la Gran
Bretaña , quien apareció entre ovaciones para cantar su hit
mundial Freedom, totalmente vestido de cuero negro y con gafas oscuras.
Posteriormente surgieron imágenes
de Ziggy Stardust, el alter ego de David Bowie con su tema Fashion y la
aparición de la famosa top model Kate Moss para de inmediato desplegar una
pasarela de modas en el recinto olímpico, junto a otra top Naomi Campbell. Tras
el momento chic surgió Annie Lennox, para cantar la pieza Little Bird, mientras
era jalada por un carro alegórico, que emulaba un barco, por la pista.
Una de las piezas más
conmovedoras de la velada fue Wish You Where Here, original de Pink Floyd, con
Ed Sheeran acompañado por Nick Mason, en la batería (Pink Floyd) y Mike
Rutherford, en la guitarra (Génesis) y Richard Jones en el bajo. Para reactivar
la energía, el comediante británico y ex de Kathy Perry, Russell Brand,
interpretó su versión del clásico I'm The Walrus, de The Beatles, en una
escenificación sicodélica de la etapa del Cuarteto de Liverpool. Después siguió
la música electrónica de Fatboy Slim, el famoso disc jockey que puso a bailar a
los asistentes que abarrotaron el Estadio Olímpico de Londres, con la voz de Jessie
J a bordo de un descapotable Rolls Royce cantando en vuelta olímpica, así como
los raperos Tinie Tempah y Taio Cruz, que juntos interpretaron su versión del
tema de The Bee Gees, You Should Be Dancing.
Abordo de los tradicionales cabs
(taxis) londinenses llegaron a escena las Spice Girls para inundar con su pop y
su éxito Wannabe, (dícese de todos los PRIistas municipales) en la reunión de la
banda pop para la clausura de los Juegos Olímpicos en su país natal. Uno de los
mayores exponentes del britpop, en los años 90, Liam Gallagher, vocalista de
Oasis, la desaparecida banda de Manchester, interpretó el himno generacional
Wonderwall. En el momento del humor británico apareció Eric Idle, del combo de
los Monty Python, el grupo británico de humoristas que sintetizó en clave de
humor la idiosincrasia británica de los años 60 y 70.
El tema oficial de Londres 2012,
Survival, fue recreado por la banda Muse en escena con la electrizante guitarra
de Matthew Bellamy y un logrado coro que le imprimió el espíritu épico, digno
de la justa deportiva que hoy culminó. Una gran pantalla en pleno centro de la
cancha proyecto la imagen del desaparecido Freddie Mercury, con su famoso juego
vocal en el emblemático concierto, que Queen ofreció en el original Estadio de
Wembley, seguido por el requinto de Brian May en el clásico We Will Rock You.
Para el final de la ceremonia se destinó la presentación del recién reunido
grupo músico-vocal Take That, pero sin Robbie Williams a punto de ser padre de
su primer hijo.
El cierre apoteósico era un misterio
y aunque se especulaba que podría ser protagonizado por The Rolling Stones, el
honor le tocó a los no menos veteranos de The Who, que ejecutaron el que para
muchos especialistas es su obra más emblemática: Baba O'Riley. Con Roger
Daltrey en la voz y Pete Townshend en la guitarra, y como invitado en la
batería Zak Starkey (hijo de Ringo Starr), la alineación continuó con See Me
Feel Me, de su ópera rock Tommy, de 1969 y su combativa My Generation que marcó
la segunda mitad de los 60 en el Reino Unido y el mundo para concluir con una
explosión no sólo auditiva sino también visual, de juegos artificiales. (Información
tomada de Excelsior, El Universal y el País)
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