Era mayo de 2015, unas semanas después de
la salida de Carmen Aristegui de MVS, cuando se transmitió por el canal Foro
TV, en el horario de 22 a 23 horas, una mesa de análisis en el programa “Es la
hora de opinar”, que ese día, por fortuna, no contó con la presencia de Leonardo
Zukerman, titular del segmento.
Veo con frecuencia este noticiero,
generalmente la primera parte, que dura unos quince minutos, por la calidad de
los análisis que comenta Javier Tello, politólogo miembro de una dinastía de
internacionalistas mexicanos de la más alta calidad. Por el contrario, en una
especie de “policía bueno y policía malo”, Zukerman actúa como embajador del
gobierno norteamericano, ultra fascinado por los estandartes del modelo que ha
tomado carta de ciudadanía mundial con el nombre de “liberalismo” (palabra que
confunde con las nociones de libertad general y que se extravía en su única acepción
específica, la de libertad en el dar y en el tomar bienes) y las discusiones
son interesantes y aleccionadoras.
Pero el día al que me refiero, al no estar
presente el “abonero” Zukerman, su lugar lo tomo Héctor Aguilar Camín, quien
tuvo como acompañantes en el programa a Jorge Castañeda y a Luis Carlos Ugalde:
el intelectual orgánico de Carlos Salinas de Gortari, sentado con el ex titular
de la Secretaria de Relaciones Exteriores en el gobierno de Fox, así como con
el ex Presidente del Instituto Federal Electoral, en el aciago proceso
electoral de 2006, el que despojó de la Presidencia de la República Mexicana a
Andrés Manuel López Obrador.
Una trinca infernal. Un verdadero tridente
que golea y es más poderoso que el que integraban Messi-Neymar-Suarez, en el Barcelona FC.
Porque son autores intelectuales y promotores de los vicios mayores que someten
a nuestro país y que nos ha llevado a sobrevivir en las condiciones actuales de
terror, pobreza y simulación en todos los órdenes políticos y sociales.
Otra arista que vuelve especialmente
amenazante esta triada política es la naturalidad con la que pontifican, el
glamour en el habla, el estilo para aparentar ser impolutos, transparentes, good fellows, inteligentes e
indispensables. Ese día, Luis Carlos “Ufraude”, como también es conocido, al
cuestionarse ¿Cómo debe ser la democracia mexicana? abordó un tema del que poco
se ha hablado a nivel nacional: el periodismo regional y el “chayote”, el
“embute”, los “convenios”, la corrupción de los medios de comunicación en las
localidades municipales. Dijo -casi literalmente- “hay muchísimos periódicos en
todo el país, que han nacido al amparo de los dineros que obtienen de las áreas
de comunicación social municipales... y de los candidatos en temporadas
electorales... que se vuelven unos extorsionadores... cometen fraude... son
corruptos... promueven a sus parientes...”
Nada confirma de mejor manera esta
aseveración, que el panorama que priva en la “prensa” sureña en el estado de
México, la que relata miserias y vergüenzas de los diferentes servidores y
representantes públicos, burócratas y candidatos, del gobierno estatal y
municipal.
El problema tiene nombres y apellidos y se
inscribe en la cauda de mafias y cofradías que convierte en México, el
ejercicio de alguna disciplina intelectual, cultural, profesional, deportiva,
en patrimonio de unos cuantos, los que se reconocen como dueños únicos, firman
“pactos de caballeros” (como en el futbol)
se autonombran expertos en sus temas, mientras otro le corresponde
besando su trasero (kiss my ass dicen
los gringos) o lo eleva a ser llamado el mejor periodista de Tejupilco, al que
se auto considera el verdadero “Juan Camaney” del churro y el garabato, del
“maquinazo y de los elogios, del chantaje y extorsión. Son unos cuantos
prevaricadores que medran con el carácter de los “Don Perpetuos” (del Maese
Rius) sempiternos a ocupar cargos públicos, carácter que mezcla una enorme
ignorancia con cobardía y ambición desmedida.
Esta historia continuara, por ahora diré
que tras casi diez años de escribir dos veces por semana esta columna, en el
periódico decano del sur del estado de México, como una forma de hacer
periodismo responsable, de reflexión, sin recibir nunca un pago –cobrar
tampoco- por mis contribuciones; como una forma de participar socialmente en la
región a donde elegí vivir en compañía de mi familia, de Tepito a Tejupilco,
Don Félix Garcia (Presea Estado de México) dejó de publicar mis ensayos, y a
sotto voce, dejo entrever que eran las órdenes por acatar, el new deal de la
descomunicación.
“Cartas Sureñas” se inscribe dentro de dos
grandes tradiciones literarias, la del ensayo político sobre nuestra historia e
instituciones constitucionales, y la del ensayo realizado en epístolas
extensas, el “gustus”, el del estilo de la prueba inaugurado por Montaigne en
el siglo XVI. En Occidente, el género se remonta a las “Cartas provinciales” de
Pascal, para adquirir el rango clásico conocido como las “Cartas Persas” de Montesquieu,
publicadas por vez primera en 1721. Con Carácter inicialmente anónimo,
aprovechando el interés despertado hacia Oriente, por la primera edición de las
“Mil y una Noches” de Galand en 1704, las “Cartas Persas” alcanzaron un éxito
inusitado. Más tarde Voltaire cultivaría la misma especie con sus “Cartas
Inglesas”, mientras que en España esta tradición se seguiría con las “Cartas
Marruecas” de Cadalso.