Nunca se había dado la
coincidencia de un evento político, desconocido legalmente en las leyes de
nuestro país, de manera tan natural y espontánea -porque ni Plebiscito ni Referéndum
son figuras reconocidas como expresión ciudadana- como el que sucedió en menos
de 12 horas, entre la medianoche del 10 de mayo y el mediodía del viernes 11:
al unísono, vehementemente, libres ante todo, hartos de ser tratados como
“idiotas”, jóvenes y adultos, raza y “pirrurris”, chavos y banda, “fresas”,
“acelerados”, niñas “nice”, rockeros, rebeldes con y sin causa, en el Zócalo,
en la Ibero
(veees), ricos y pobres, en el “ombligo de la luna” o en la modernidad de Santa
Fe (la de los antiguos tiraderos de basura) expresaron con energía, un absoluto
REPUDIO A PEÑA NIETO.
Dicen las crónicas que “Paul
McCartney detonó anoche en el Zócalo, una bomba que causó en mas de 200 mil
personas, una explosión de euforia colectiva. La música del ex Beatle
transgredió las fronteras de tiempo y dimensión, en una gran gala popular…
fiesta para los capitalinos... y los de provincia que hicieron el viaje a la
urbe y aguantaron días formados para estar hasta el frente”.
Porque Tejupilco estuvo presente allí,
a través de la Librería La
Web o N@D@, DanzArte y Planeta Pingos, por lo que las crónicas serán de viva
voz, tras esperar formados desde la madrugada del “Día de las Madres”, aguantar
los empujones, el sol y la lluvia inesperada, mojadora y fresca. El concierto
de mas de tres horas que ofreció el Beatle McCartney, colmo todo el trajín, que
se volvió inolvidable e histórico, cuando a una punta de retrasados mentales y
provocadores, se les ocurrió desplegar una manta en apoyo del candidato del PRI,
que causo indignación, risa, explosión en contra, silbidos, protestas, mentadas
de madre y el triunfo, al forzar el necesario retiro de la publicidad, al
interior de una de las habitaciones del Hotel Majestic, de las que ese día se
cotizaron en $50 mil pesos. Queda el agravio, de que los que se atrevieron a
desafiar a la verdadera realeza del pueblo mexicano –no los “borregos”
ignorantes, compañeros campesinos y jóvenes sometidos del estado de México-
Queda aún la indignación que crece, al pensar que esos gastos dispendiosos son
recursos del pueblo de México, de nosotros. A ellos: al PRI de Coldwell,
Salinas de Gortari, Videgaray, Manlio, Moreira, hay que recordarles la frase de
Máximo el Gladiador, a Cómodo, el Tirano: "te
queda poco tiempo para seguir alabándote a ti mismo"
“Viva México, cabrones, dijo
McCartney en diferentes momentos, y demostró que el fenómeno de los Beatles es
interminable, que sólo podría tener fin cuando amor, desamor, felicidad y tristeza
ya no sean sentimientos, afirmaban Cristina y Carmen, paradas más de 14 horas,
en una zona de un metro cuadrado de la que no se movieron hasta que se escuchó “All my loving, Drive my car o Here today”, esta última dedicada a John
Lennon. Queda el recuerdo de 1965, cuando se estrenó la película “A
hard day’s night”; el entonces regente del Departamento del Distrito
Federal, Ernesto Uruchurtu, afirmó que la banda inglesa era un mal ejemplo para
la juventud, y que la ciudad de México no estaba preparada para ese tipo de
eventos. Ahora, los de 20 años y los jóvenes de corazón formaron parte de esa
emoción, de piezas musicales que son parte de la discoteca personal de millones
de personas en el mundo. El público formado por chicos, medianos y grandes
sacaron celulares y encendedores para formar un océano de luciérnagas en
agradecimiento al inglés y su banda”
He tenido la fortuna de ser actor
y testigo de la historia de México. Por eso puedo asegurar que nunca me había
tocado vivir un momento igual de vibrante, de felicidad compartida y libre, como
cuando tras el retiro de la manta del PRI, apareció en una ventanita del
edificio del Gobierno de la
Ciudad de México una pequeña bolsa o algo de ese tamaño con
las iniciales AMLO, que desato un coro de mas de 250 mil almas (hubo muchísimos
que no pudieron entrar a la plancha del Zócalo) “OBRADOR, OBRADOR, OBRADOR” seguido por “PEJE,
PEJE, PEJE”
No pude evitar acordarme en ese momento estelar del 2012, de aquella tarde de verano de 1988 cuando se anunciaba
la visita de Cuauhtemoc Cárdenas, candidato del Frente Democrático, a la UNAM. No olvido como
empezamos a juntarnos muchísimas personas en la zona de las “islas” de CU,
cerca de la Torre
de Rectoría y como hablaban diferentes oradores, hasta que empezó a correr la
voz “ya viene Cuauhtemoc”: la llegada de Cárdenas provoco un silencio
sepulcral, una atención absoluta a sus palabras, una dimensión que nunca había
vivido y que contrasta con la energía contagiada en el concierto de Paul
McCartney. Es un síntoma muy importante. Es el gritar en contra del callar. Es la diferencia entre activo y
pasivo. Es el contraste brutal entre ciudadanía y desgobierno, entre la
izquierda nacional y el binomio PRIgnorantes y PANazis.
“Vinieron de todos los rumbos de
la ciudad, de cada rincón, de cada casa en la que de seguro más de un disco de
los Beatles ha sonado. Con un pequeño almuerzo, con una cobija…Horas y horas de
espera, de aburrimiento y de catarsis, externada con cualquier pretexto, como
cuando se escuchó una elevada mentada de madre debido a una pancarta en apoyo a
Enrique Pena Nieto que fue exhibida en la ventanas de uno de los edificios La
pancarta fue retirada al grito de: ¡AMLO, AMLO!”
“My valentine, The long and
winding road, Maybe I’m amazed,
Something (dedicada a George Harrison), Ob-la-di, ob-la-da
(acompañada con mariachi) fueron algunas piezas que regaló Paul McCartney,
coautor –junto con John Lennon– de la mayoría de las rolas emblemáticas de los
Beatles, de esas creaciones tan sencillas en su texto y armonía que continúan
inyectando de amor, desamor y felicidad a generación tras generación.
En inglés chilango, las
estrofas fueron seguidas por la muchedumbre, en un acto de apreciación
multigeneracional. Y eso se observó en todas las zonas del primer cuadro,
impregnadas por la figura no sólo de Paul, sino de John, Ringo y George,
reproducidas por hombres de más de sesenta años, que nunca imaginaron
presenciar de manera gratuita a uno de sus ídolos” (Citas tomadas de La Jornada)
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