Al
finalizar su mal gobierno, José López Portillo, fue victima de un juicio social,
por la fuerza de la televisión, prensa y radio, que se sintieron afectados por
la expropiación del sistema bancario, decretado el 1 de septiembre de 1982. El
“garito” financiero había operado contra México y López Portillo hizo uso de
las facultades, que le otorgaba la Presidencia de la República.
Sin
embargo, los meses restantes entre septiembre y diciembre, para la entrega del
poder al sucesor designado por el mismo -el grisáceo De la Madrid- López Portillo se dedico a
exhibirse recibiendo premios, estatuas, reconocimientos, homenajes, que fueron
el primer blanco del nuevo gobierno malagradecido. Emitió un decreto que prohibía
la colocación de placas o reconocimientos en la obra pública. Se legislo, se
sanciono y aprobó esta ley federal, que no pude verificar si aun esta vigente.
Lo que si se, es que los gobiernos estatales hicieron uso de su autonomía
federal y no la aplicaron en sus códigos particulares. El resultado es que 30
años después, en el edo Mex, se colocan placas con los nombres de los
presidentes municipales, hasta en las banquetas minúsculas y locales de
cualquier barrio delegacional…
En
contraste, son las razones esgrimidas por el periodista y productor de series
televisivas Epigmenio Ibarra, quien le propone al candidato presidencial de las
izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, que lleve el arte y la cultura “a los
pueblos, a las ciudades asoladas por la violencia. La guerra, además de que
mata a la democracia, mata a la cultura. Hay que llevar la cultura a las zonas
de conflicto y no es tarea fácil…”
Y
añade, con juicio sabio “Si usted, Andrés Manuel López Obrador, me pregunta
dónde están los recursos, de dónde sacar el dinero para hacer esto en un país
como el nuestro, donde tantos millones de mexicanos pobres necesitan con
urgencia servicios de salud, vivienda, empleos dignos y educación, yo le
respondería con una demanda, con una exigencia: al llegar al poder corte usted
de inmediato absolutamente todo el gasto gubernamental en imagen pública. ¡Ni
un peso más en propaganda gubernamental!” “Nunca en la historia de este país el
gobierno había dilapidado tantos recursos públicos en gastos de imagen de
funcionarios e instituciones. Sólo la Presidencia de la República gastó más de 6
mil 400 millones de pesos en spots, campañas, revistas.”
Seguramente
la suma del dispendio publicitario, de Enrique Peña Nieto como gobernador, aunado
al despilfarro inútil, en la promoción personal que se reproduce en la obra
publica municipal mexiquense, es muchísimo mayor al del Felipe Calderón, por
ejemplo esta el campus Tejupilco de la
UAEM, que con 3 edificios de aulas escolares, una biblioteca
y unas canchas deportivas, resiente la presencia inaudita, aplastante, grosera,
de tres enormes placas (de 2 x 3
metros) dedicadas –dos- a Peña Nieto y una a Arturo
Montiel. Recuerdos que surten efectos, porque atemorizan y engañan: 8 de 10
estudiantes creen que los edificios los hace el Gobernador, están convencidos
que son obras que paga el gobierno y únicamente dos estudiantes, saben que son
recursos públicos, son los dineros que pagamos la sociedad, son los productos
del comercio o del petróleo nacional, lo que costea estos gastos o inversiones.
Los demás no y por eso no dicen, ni se quejan, ni nada…
En
cambio resulta de enorme urgencia que un nuevo gobierno se preocupe, se decida
a llevar el arte y la cultura “a los pueblos, a las ciudades asoladas por la
violencia. La guerra, además de que mata a la democracia, mata a la cultura.
Hay que llevar la cultura a las zonas de conflicto y no es tarea fácil…”
Tras
doce años de padecer, gobiernos afectados por la atención a los síntomas de las
enfermedades sociales, se requiere que Andrés Manuel López Obrador encabece un
gobierno que busque solucionar las causas de los problemas. Es en la disputa
por la base social, donde se sabe y resuelven las delicadas causas del malestar
social y se da con remedios para
alcanzar índices de bienestar, empleos,
servicios y cultura. El gobierno de Calderón cedió ese terreno al narco, y ése
si hace cultura o contracultura. El narco sí que difunde lo que piensan en su
naturaleza, su cultura de la muerte.
El
término contracultura fue acuñado por el historiador norteamericano Theodore Roszak y seguramente no
imagino que en México, ante el retraimiento del Estado, el narco haya ganado la
batalla en el mundo de las ideas y las expresiones culturales. Nada ilustra
mejor la derrota avasalladora del estado mexicano que el gusto por la violencia
encarnada en la música, los gritos, los cinturones piteados, las botas de
pieles exóticas, las armas, dijes y opulencia nauseabunda, que atrae a tantos
mexicanos, ajenos a las verdaderas muestras de cultura humana.
Es
vergonzoso, triste e indignante que las instituciones culturales del estado
mexicano, se hayan distanciado de la realidad social y prefieran ser comparsas
y pajes del desorden político nacional. Porque no hay estudios que se difundan
sobre feminicidios, violencia o migrantes, familias desintegradas, alcoholismo,
grupos marginales, embarazos tempranos, abortos, fanatismos, religiones. La CONACULTA que es el órgano
piramidal, trabaja como si este país estuviera en paz y nada sucediera.
Además
el CONACULTA, al igual que las áreas respectivas estatales, solo entiende y
atiende, el entorno metropolitano y allí se estancan y se justifican. Por eso
es que, “si no reconocen el nivel de violencia y creen que la solución es a
balazos, menos van a pensar en llevar el teatro, el cine, la danza, la pintura,
en fin, la cultura, a Ciudad Juárez, Tamaulipas, Chihuahua, Durango (o al Sur
del estado de México).
Por
eso, concluye Epigmenio y muchos nos sumamos a su demanda original, obligada
además, que: “ni un centavo a publicidad oficial y así vamos a poder explorar
más sitios arqueológicos, desenterrar nuestras raíces y conocerlas. Es una vergüenza
que con la riqueza cultural y arqueológica que existe en el país todo eso se
pierda y se utilice con fines turísticos, que siendo importantes no son
prioritarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario