Acaba de ser publicado en el
semanario Emeequis, un trabajo titulado “LAS MUERTAS DEL EDOMEX SON MUCHAS MÁS
QUE LAS DE JUÁREZ. Un Feminicidio peor que el del Norte”. La nota firmada por
Humberto Padget contiene información de la Secretaría de Salud del
Gobierno Federal, para el periodo 2000-2009. Los resultados son terriblemente
preocupantes. El recuento comprende el asesinato de 12, 636 mujeres en todo el
país, de las cuales 2,881 han sido cometidos en el Estado de México, contra 408
en Ciudad Juárez, donde esta práctica aberrante, ha llevado a ser conocida
mundialmente como “las muertas de Juárez”.
Sin embargo, para quienes vivimos
en el Estado de México y particularmente quienes somos vecinos sureños, las
cifras resultan más escalofriantes. Por cada cien mil mujeres, los indicadores
del asesinato de mujeres arrojan que el promedio nacional es de 2.4 mujeres y
que si en Juárez este indicador asciende a 6.4, en el Estado de México, 100 de
los 125 municipios presentan índices superiores al promedio nacional, que la
media de todo el Estado de México es casi el doble del promedio nacional con
4.1, pero que el municipio de Tlatlaya observa el indicador más alto de todo el
país, con 12.2 mujeres asesinadas por cada cien mil mujeres, seguido por
Nopaltepec con 9.8 y Tejupilco ocupa el deshonroso y triste tercer lugar, con
un promedio de 8.9 mujeres muertas por asesinato.
Sin embargo el reportaje parece un libelo, escrito en contra del Gobernador Peña Nieto, al que presenta como “aventajado aspirante ala Presidencia de la República ”, mientras un
coro de mujeres grita “Enrique bombón, te quiero en mi colchón”, lo cual resta
seriedad a la información que denuncia. Sin descartar que este pudiera ser el
objetivo de la nota, lo terrible es el contenido de la misma: la violencia,
maltrato y muerte de mujeres, en el Estado de México y principalmente en el Sur
del Estado.
No resulta novedad enterarse de estos escenarios de violencia misógina en la región, en especial Tejupilco ya que desde 1993 se documento el enfermo clima social, imperante en este lugar, en la cinta titulada “UN AÑO PERDIDO”, dirigida por Gerardo Lara, quien recientemente afirmó "no se siente muy conforme con los guiones que rondan las nuevas producciones del cine nacional pues, en su opinión, la realidad de las poblaciones de México no está siendo reflejada en la pantalla”. Egresado dela UAEM , Gerardo Lara es autor del episodio LILI,
parte del largometraje “Historias de la Ciudad ”, el de la “narcopecadora que responde a
la sordidez y a la violencia de su entorno, con una cuota más alta de
brutalidad”
Sin embargo el reportaje parece un libelo, escrito en contra del Gobernador Peña Nieto, al que presenta como “aventajado aspirante a
No resulta novedad enterarse de estos escenarios de violencia misógina en la región, en especial Tejupilco ya que desde 1993 se documento el enfermo clima social, imperante en este lugar, en la cinta titulada “UN AÑO PERDIDO”, dirigida por Gerardo Lara, quien recientemente afirmó "no se siente muy conforme con los guiones que rondan las nuevas producciones del cine nacional pues, en su opinión, la realidad de las poblaciones de México no está siendo reflejada en la pantalla”. Egresado de
Cabe señalar que UN AÑO PERDIDO
es una cinta filmada en Tejupilco, ambientada en el año de 1976 y premiada con
un Ariel por el mejor tema musical, “Las Piedras Rodantes” a cargo del TRI y
por la revelación del año a la actriz Vanessa Bauche, quien junto a Tiare
Escanda, Ada Carrasco y Bruno Bichir interpretan los roles principales.
Es la historia de Matilde (Vanesa Bauche) ranchera oriunda de Tejupilco, quien decide estudiar la preparatoria en Toluca –no existía esa opción educativa entonces en esta población-, donde conoce a Yolanda (Tiare Escanda) y los conflictos con su padre, hermanos, novio y en general con la sociedad sureña, quien no acepta y se resiste a ver salir y progresar, prepararse, ser libres e independientes a las mujeres de la región. Debe ser decepcionante parala Bauche , (AMORES PERROS) Y
Tiare Escanda (EL CALLEJÓN DE LOS MILAGROS) enterarse de estas cifras mortales,
cuando su trabajo en el cine o en organizaciones como el Movimiento Cultural
TECHO BLANCO o Nuestras Hijas de Regreso a Casa A.C., se ha caracterizado
siempre, por la defensa de la vida de las mujeres mexicanas.
Es la historia de Matilde (Vanesa Bauche) ranchera oriunda de Tejupilco, quien decide estudiar la preparatoria en Toluca –no existía esa opción educativa entonces en esta población-, donde conoce a Yolanda (Tiare Escanda) y los conflictos con su padre, hermanos, novio y en general con la sociedad sureña, quien no acepta y se resiste a ver salir y progresar, prepararse, ser libres e independientes a las mujeres de la región. Debe ser decepcionante para
Es increíble que esta importante
muestra del cine nacional, no solo reproduzca una situación que lejos de
resolverse se ha agravado, como lo muestran las cifras dadas a conocer por
Emeequis, sino que es la misma sociedad sureña, los docentes, gobierno,
iglesia, hombres y mujeres, quienes no solo se resisten a verse reflejados en
ese espejo tétrico y vergonzoso, sino que simple y llanamente dan por
desconocida esta película, acaso y apenas unos comentan algún anécdota que
recuerdan, cuando fue filmada en el zocalito central, de esta población.
Yo que no soy originario de este
lugar, puedo decir como simple observador, que el clima de desprecio y
discriminación hacia la mujer, permea toda la vida social, política y económica
de esta región. Es un fenómeno pesado, arraigado en aspectos tan sencillos como
el diferenciar a la mujer en función de su edad y actividad sexual: el “oye
muchacha” es genérico a las mujeres jóvenes siempre y cuando no sean madres de
familia. No vale el estilo, la cultura o educación –esa esta uniformada a las
exigencias patéticas del magisterio que impone sus normas y condiciones- al
trabajo personal, la vocación o destino.
La competencia por encontrar
parejas sexuales, aunado al concepto de belleza regional y a una mayoría
estadística en la población femenil –en buena medida por la migración varonil-,
ocasiona conductas sociales complejas, violentas, desatadas, que requieren de
estudios profundos, de culturas diferentes y de valores ajenos a estas
latitudes.
Urgen políticas públicas diferentes, apertura y educación sexual desde la temprana infancia y no como ahora en que los niños son consentidos para hacer lo que se les antoje, mientras las niñas son recluidas en la cocina, en la seducción y en la lucha sin freno por conquistar al sexo opuesto.
Urgen políticas públicas diferentes, apertura y educación sexual desde la temprana infancia y no como ahora en que los niños son consentidos para hacer lo que se les antoje, mientras las niñas son recluidas en la cocina, en la seducción y en la lucha sin freno por conquistar al sexo opuesto.
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