lunes, 25 de noviembre de 2013

LECTURA DE LIBROS

El pasado mes de marzo tuve la oportunidad de asistir al III  Congreso Anual de Libreros que se reúnen para analizar, discutir, capacitar, conocer y todo lo necesario que tenga que ver alrededor del mercado de libros, la lectura y la industria editorial en México.
El evento se desarrollo en Valle de Bravo y que tuvo como anfitriona a la Librería Arawi, reunió a la gran mayoría de los representantes de la industria Editorial en México. Estuvieron presentes las grandes librerías, estuvieron Gandhi, El Puerto de Liverpool y la Librería El Péndulo. También hicieron acto de presencia la UNAM, el IPN y la UAM, así como diversas universidades públicas, la gran demanda institucional. Estuvo Porrúa en su doble carácter de comprador-demanda y vendedor-oferta, caso semejante al del Fondo de Cultura Económica, solo que una es empresa pública y la otra, de capital privado.
Por el lado opuesto, complementario, la mayor concurrencia y variedad correspondió a las editoriales, tales y como Trillas, Limusa, Océano, Larousse, Urano, Fernández, McGraw Hill, sin duda que la Oferta del mercado nacional fue tan numerosa como variada. Y estuvimos también establecimientos de menor tamaño, con notables diferencias en, inventarios, personal ocupado, lo mismo que en registro de ventas, como por ejemplo la anfitriona Librería Arawi o la centenaria Librería La Española de San Luis Potosí y la Librería El Arete de Tejupilco (quien en esta reunión acepto la recomendación de expertos en Derechos Humanos del Libro y cambio el anterior nombre de La Web o N@D@, como señal de evolución). Hubo más asistencia y el espacio no alcanza para nombrar a todos los presentes. Por supuesto que participo la Cámara de la Industria Editorial y el INDELI, (cuyos oficios agradecemos para poder asistir) y no hay que dejar de mencionar a las editoriales que importan libros de otros países y que hacen del segmento internacional en México, un medio globalizado, actualizado y a precios y calidades muy superiores a las nacionales. Quiero expresar mi reconocimiento a OMNIPROM (Promoción Total) que importa y comercializa una variedad enorme de títulos de editoriales ibéricas principalmente y al mismo tiempo, desarrolla una valiosa labor de difusión del conocimiento y de apoyo a Librerías como la de Tejupilco, donde la confianza y el apoyo decidido hace que “El Arete de Tejupilco” compita en precio y variedad con librerías con  más años de establecidas, o en lugares  más concurridos, poblados y educados.
Algunas cifras que hay que tener presentes son que en México, se calcula que solo existen aproximadamente 500 librerías y de éstas, sólo  366 venden sólo libros. Con más de 100 millones de habitantes, entonces el índice de librerías per cápita equivale a una librería por cada 250 mil o 300 mil habitantes. Hay otro dato que es confuso pero refleja esta misma relación de precariedad: Que solo el 6% de los municipios del país cuentan con una o más librerías. Y si consideramos que el edo. de México tiene 46 Librerías tradicionales, por 114 en el DF, se entiende el abandono y la pobreza cultural de los mexicanos. En comparación, Argentina tiene una librería por cada 15 mil habitantes, España una por cada 12 mil, Alemania, una por cada 15 mil, Noruega, una por cada 8 mil, Costa Rica, una por cada 27 mil. Es decir que únicamente 145 municipios (de 2417)  tienen la fortuna de disfrutar una librería, donde encontrar algunos de los más de 137 mil títulos disponibles en el mercado mexicano, que vendió en el 2012 más de 142 millones de libros.
Lamentablemente, la terca realidad es demoledora con todos los que se afanan por hacer de la lectura un negocio, una forma de vida, un destino superior. Y cito a Guillermo Sheridan quien publica en Letras Libres (2007) “Ya no es apreciación subjetiva sino hecho científicamente demostrado: al mexicano no le interesan los libros…Las estadísticas avasallan. Demuestran con alevosía y ventaja, sin mostrar forma alguna de clemencia ni resquicio para el anhelado error metodológico, que al mexicano (el 99.99 por ciento) no le gusta leer. Es más, no sólo no le gusta leer, no le gustan los libros ni siquiera en calidad de cosa, ni para no leerlos ni para nada, vamos, ni para prótesis de la cama que se rompió una pata. Años de esfuerzo educativo, de aventar dinero a raudales en bibliotecas, centros culturales, publicidad, cursos, campañas y ferias, premios y becas, ofertas y descuentos, clubes y talleres, mesas redondas y presentaciones… Todo para merecer la sincera respuesta: No, no queremos leer. Que no nos interesa. Que no. Que no queremos. Que no haya libros y ya. Punto. 
En ese desolador paisaje de estadísticas, las más tristes son las que, Gabriel Zaid difundió en su ensayo “La lectura como fracaso del sistema educativo”. Una de ellas señala que hay 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios superiores o de posgrado, pero que el dieciocho por ciento de ellos (1.6 millones) nunca ha puesto pie en una librería…. lacónico Zaid concluye: “La mitad de los universitarios (cuatro millones) prácticamente no compra libros.” Luego dice que “en 53 años el número de librerías por millón de habitantes se ha reducido de 45 a 18” en la culta capital. Es decir: a mayor esfuerzo educativo, menos lectores. Esto demuestra algo realmente inaudito: en México la clase ilustrada es aún más bruta que la clase iletrada.
Otras estadísticas que provienen de la OCDE y la Unesco, le otorga a México el sitial 107 en una lista de 108 países estudiados. Según esos estudios, el mexicano promedio lee 2.8 libros al año. Hay sólo una biblioteca pública por cada quince mil habitantes. El cuarenta por ciento de los mexicanos nunca ha entrado, ni por error, a una librería. Existe una librería por cada doscientos mil habitantes. En todo el país hay solamente seiscientas librerías ¿Y de veras se creen que hay seiscientas librerías en el país? Y, para terminar, ¿de veras se habrán tragado eso de que los mexicanos leen anualmente 2.8 libros per capita? ¡Ignoro su metodología, pero conozco mi tierra!
El Sur del  estado de México es comprobación palpable y verificable de las conclusiones de Sheridan y Zaid: la gente más bruta es la que despache en las Direcciones de las escuelas y Universidades locales que nunca se han parado en la Librería El Areté de Tejupilco, como tampoco los Maestros que se ostentan con más títulos y méritos académicos.
Sin embargo hay dos cosas que es necesario resaltar y que debo señalar: Por un lado, que las cifras estadísticas que explican el mercado de la lectura en México es parcial y corresponde al mercado formal: no incluye “piratería”, ventas sin facturación, cambaceo, y la enorme corrupción que convierte a los docentes en  agentes al servicio de autores selectos y repetidos, tanto como la corrupción en los municipios y pueblos que deja espacios públicos para la venta de libro apócrifo, fotocopiado, robados o usados. Hay que trabajar este lado informal e ilegal del mercado editorial en México.
La otra es que no hay que claudicar. Al lado de mi familia, nuestra experiencia ha convertido lo que era un desierto estéril de terca necedad y brutal ignorancia, en pequeños oasis, que se reproducen y crecen y que apuestan por la gente que piensa (poca), la juventud que escucha (poca), la niñez (toda la esperanza es toda)… En los Padres que los hay… en la gente que atiende y escucha, que es una especie de bola de nieve. Se necesitan héroes en México para hacer que las cosas cambien.
Esta semana estaré en la FIL y espero aprender más para no perder rumbo ni destino en mi Misión, nada espiritual sino política.