jueves, 23 de febrero de 2012

LA GRAN COMILONA

“hay dos tipos de comida
la que alimenta el cuerpo y la que alimenta el espíritu
Esta columna fue publicada con anterioridad, hace aproximadamente seis años, cuando llegue junto con mi familia a establecerme en Tejupilco. El propósito era entonces abrir un espacio para tratar asuntos relacionados con el buen comer y la gastronomía que es decir lo mismo. Tras la experiencia afortunada, aunque efímera del restaurante La Misión y dos periodos de gobierno municipales encabezados por el PRI, actualmente no existen las condiciones en este lugar para repetir la empresa, en virtud del deterioro del ingreso económico de la población y del deterioro moral que aqueja a la sociedad.
Si bien continúan en operación las opciones conocidas y recomendables para comer “en la calle”, la realidad es que no existe una sola alternativa para disfrutar del tiempo libre, en familia, con comodidad, de manera novedosa, con orden y seguridad. En seis años se mantienen La Palapa, La Jaibita y Los Pilares que siguen siendo lo mismo. Otros negocios como los Rancheros o la Tarraya se han disminuido en muchos sentidos, y en el mismo periodo han abierto y cerrado mas de dos docenas de establecimientos, sin mayor gracia que la intentona, por sorprender a una clientela harto difícil de convencer a salir y probar variedades diferentes. Un nuevo negocio que ofrece pizzas, pero con un local adecuado y en buen lugar es una de las empresas pensadas con la cabeza, excepto por el nombre: Súper Pizza.  Una opción en verdad recomendable y un hallazgo en el sur del Edo Mex es el restaurante yucateco El Mayab, por los rumbos de San Simón: la comida muy bien preparada y de precio accesible se complementa con la amabilidad y finura de atención de sus propietarios, lástima de lo reducido del local que no permite el relajamiento y comodidad, sin embargo es el tamaño óptimo para el tipo de pueblo y sus hábitos de consumo.
En seis años han proliferado en Tejupilco, opciones de entretenimiento basadas en el consumo de alcohol y en espectáculos decadentes: strippers, tangas, banda y cosas por el estilo que degradan el espíritu social y corrompen a la juventud. Ni me detengo a mencionarlos porque entiendo las necesidades de sus economías, pero no habla bien de una comunidad, en donde no surgen alternativas que construyan los sentidos humanos, en vez de privilegiar las bajas pasiones animales.  Buen reflejo del estado de la política cultural sureña, se aprecia en la cartelera que se anuncia para la próxima fiesta local: de Guerra de Chistes a la Jenny Rivera, ni a cual irle.
LA MISIÓN EN SAM'S METEPEC
Por eso es que considere oportuno volver a publicar esta contribución, puesto que “una parte del periódico dedicada a la gastronomía tiene que ver con el desarrollo cultural y comercial de la sociedad. No puede entenderse este servicio informativo de otra manera, si no es por la existencia de un mercado que ofrece y demanda servicios alimentarios de calidad, variedad y precio. Traer a consideración del consumidor no solo la existencia de otras formas de comer, estilo y usos diferentes, horarios, hábitos y costumbres. Atender nichos que la mercadotecnia gastronómica debe trabajar para un consumidor exigente, exquisito, especializado y conocedor. “Basta recordar que ya hace 500 años, el descubrimiento de lo que Cristóbal Colon llamo “las Indias” tenia como primer propósito la búsqueda de un camino alterno por donde llegar a las lejanas tierras de Catay, la China de Marco Polo. Rutas alternas por donde surtirse de los condimentos indispensables para darle sabor a los alimentos, que al despuntar el siglo XIV, los civilizados pueblos árabes acostumbraban usar con refinado conocimiento y elegante gusto. Las pimientas, canelas, nuez moscada que convertían en manjares, las carnes y harinas propias de la alimentación de los bárbaros, que sometieron al decadente imperio romano, solo se obtenían a precio de oro y a través del comercio con los “infieles” seguidores de Ala. Por eso la maravilla del descubrimiento encontrado de un continente, el que lleva el nombre del cartógrafo Américo Vespucio, que aportó a la dieta mundial otros productos insospechados, que maravillaron a al continente europeo: chile, aguacate, chocolate, vainilla, papa, jitomate o maíz, por mencionar los más conocidos”
“Si la historia de la humanidad se puede dividir en función de los apetitos satisfechos y si el mundo en que vivimos es un mundo estigmatizado por la fiebre comercial, entonces ¿Por qué seguir creyendo que solo de puede y debe comer un pedazo de cecina con chile, una mojarra o un taco de chivo? si también están la trucha, mero, guachinango, cabrilla, cazón, bacalao; o que agnus, rib eye, tasajo, churrasco, cabrito, conejo y no se olvide que existe la langosta, almeja, langostinos, ancas de rana.  La variedad es interminable ¿Por qué suponer que tortillas calientes, pelucas y ciciriscos son principio y fin de la alimentación cuando los arroces, pastas, shiappatas, baguetes, o birotes son iguales o mejores? ¿Por qué afirmar que el postre termina en el flan napolitano o los duraznos almibarados, si el ingenio humano lleva el placer del dulce a niveles insospechados?”
No quiero terminar esta primera contribución sin hacer referencia brevemente al origen y significado del nombre de esta columna ocasional. La Gran Comilona es el titulo de una estupenda película dirigida por Marco Ferreri y filmada en 1973: “critica feroz de la sociedad de consumo y bienestar que termina por destruirse” Las actuaciones inolvidables de Ugo Tognazzi y Marcello Mastroniani son magistrales caracterizaciones de un exceso que ya desde entonces se perfilaba demoledor. De un sentido de la vida que entre todos y juntos, debemos impedir, para que ese destino, todavía no nos alcance.

jueves, 16 de febrero de 2012

ENFERMEDADES DE LA VOLUNTAD

¡Que me he topado con Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)! Médico Militar, eminente investigador, Premio Nobel de Medicina en 1906 y una obra que es un hallazgo “Los Tónicos de la Voluntad (1897) De donde reproduzco una selección personal del capítulo V, cuyo título viste esta columna, pensada para que reflexionen con ella los jóvenes que comienzan, los adultos que son tentados a desviar el recto camino y los viejos petrificados, apoltronados en las torres de Babel, de la ciencia y la educación en México:
«Todos hemos visto profesores superiormente dotados, desbordantes de actividad e iniciativas, en posesión de suficientes medios de trabajo, y que, sin embargo, no realizan obra personal ni escriben casi nunca. Sus discípulos y admiradores esperan con ansia la obra grande, legitimadora del alto concepto que del maestro se formaron, pero la obra grande no se escribe y el maestro continúa callando… dichos maestros son enfermos de la voluntad… pero sus discípulos y amigos harán bien en considerarlos como anormales y en proponerles, con el respeto y dulzura debidos a su alta mentalidad, tratamiento espiritual adecuado.
Estos ilustres fracasados agrúpanse en las principales clases siguientes: Contempladores, Eruditos o Bibliófilos, Megalófilos, Organófilos, Descentrados, Teorizantes. Nuestro propósito ha sido ponerles delante el espejo donde tanto ellos como sus discípulos y admiradores contemplen su deformidad.
Contempladores: Variedad morbosa muy frecuente… reconócese en los síntomas siguientes: amor a la contemplación de la Naturaleza, pero sólo en sus manifestaciones estéticas ¿A qué seguir? Todos nuestros lectores recordarán tipos y variedades interesantes de esta especie, tan simpática por su entusiasmo juvenil y verbo (tan) cálido y cautivador como estéril, para el progreso efectivo de la Ciencia.
Bibliófilos y Políglotas: Los síntomas de esta dolencia son: tendencias enciclopedistas, dominio de muchos idiomas, algunos totalmente inútiles, abono exclusivo a revistas poco conocidas, acaparamiento de cuantos libros novísimos aparecen en el escaparate de los libreros, lectura asidua de lo que importa saber, pero sobre todo de lo que a pocos interesa, pereza invencible para escribir y desvío del seminario y del laboratorio.... Nadie ignora que vale quien sabe y actúa, y no quien sabe y se duerme. Rendimos tributo de veneración a quien añade una obra original a una biblioteca y se lo negamos a quien lleva una biblioteca en la cabeza. Saber, pero transformar, conocer, pero obrar: tal es la norma del verdadero hombre de ciencia.
Los Megalófilos: Esta variedad de malogrados por atributos nobles y simpáticos. Estudian mucho, pero aman también el trabajo personal, poseen el culto de la acción y dominan los métodos inquisitivos… Y, sin embargo, un error funesto esteriliza sus afanes. Como si confiaran en el milagro, desean estrenarse con hazaña prodigiosa… con un gran descubrimiento, aspiran a ascender, desde el primer combate, de soldados a generales…¡Y todo por no haberse plegado desde el principio, modesta y humildemente, a esta ley de Naturaleza, que es también táctica de buen sentido!: abordar primeramente los pequeños problemas para acometer después, si el éxito sonríe y las fuerzas crecen, las magnas hazañas de la investigación, Esta actitud prudente podrá no conducir siempre a la gloria, pero en todo caso nos granjeará la estima de los sabios y el respeto y consideración de nuestros conciudadanos. La realidad es que no trabajan bastante, fáltales perseverancia. Como decía agudamente Baltazar Gracián en su Oráculo manual: “Todo se les va a algunos en comenzar y nada acaban, inventan, pero no prosiguen, todo para en parar...”
Organófilos: Variedad poco importante de infecundos, reconócense en seguida por una especie de culto fetichista hacia los instrumentos de observación. Fascinados por el brillo del metal…cuidan amorosamente de sus ídolos, que guardan como en sagrario, relucientes como espejos y admirablemente representados… Estos maestros erraron la vocación: Creen ser buenos docentes y celosos funcionarios, y en realidad son excelentes amas de casa.
Los Descentrados: Si el profesorado no fuera a menudo entre nosotros mero escabel de la política... si a nuestros candidatos a la cátedra se les exigieran, en concursos y oposiciones, pruebas objetivas de aptitud y vocación, en vez de pruebas puramente subjetivas y en cierto modo proféticas, abundarían menos esos casos de actividad oficial entre la función retribuida y la actividad libre.  
“Una de las causas de la prosperidad de Inglaterra (decía un Profesor de Cambridge) consiste en que entre nosotros cada cual ocupa su puesto”. Lo contrario de lo que, salvando honrosas excepciones, acontece en España, en donde muchos parecen ocupar un puesto no para desempeñarlo, sino para cobrarlo y tener de paso el gusto de excluir a los aptos… bien consideradas las cosas, dichos fracasados entran también en la categoría de abúlicos, porque carecen de la energía necesaria para cambiar de camino, armonizando al fin la vocación con el empleo.
Los Teorizantes: Hay cabezas cultísimas y superiormente dotadas cuya voluntad padece una forma especial de pereza... He aquí sus síntomas culminantes: talento de exposición, imaginación creadora e inquieta, desvío del laboratorio y antipatía invencible hacia la ciencia concreta y los hechos menudos. Pretenden ver en grande y viven en las nubes. Prefieren el libro… y las hipótesis brillantes y audaces a las concepciones clásicas, pero sólidas… En el fondo, el teorizante es un perezoso disfrazado de diligente. Sin percatarse de ello, obedece a la ley del mínimo esfuerzo. Porque es más fácil forjar una teoría que descubrir un fenómeno.  Adoctrinar envuelve cierta arrogancia pedante, algo como alarde de superioridad intelectual, que sólo se perdona al sabio ilustrado por larga serie de descubrimientos positivos. Adquiramos primero personalidad, seamos obreros útiles, más adelante veremos si se nos consiente ser arquitectos»













jueves, 9 de febrero de 2012

HISTORIA DE LAS LIBRERIAS


(Segunda parte)
El día de ayer conversaba con uno de los empleados (ejecutivos les dicen ahora) de la Librería Porrúa, ubicada en la calle de Justo Sierra en la Ciudad de México, mientras esperaba que me surtiera un pedido de libros. En realidad un señor mayor de edad, rondando los 70 años, que está detrás de un mostrador, de superficie metálica, lo cual hace más tediosa y desangelada la espera, siempre prolongada. Son cuatro o cinco “ejecutivos”, en realidad hombres de muchas batallas, seguramente miembros de un sindicato que los agrupa, pues la robotización de su atención es manifiesta. No obstante, basto que alardeara un poco sobre la historia de las librerías defeñas, para que me encontrara con un cambio radical con mi interlocutor. Sé muy bien que todos y cada uno de los empleados que laboran en la Librería Porrúa, son gente muy capacitada y experimentada, debido a ser parte el centro bibliográfico de México, durante tantos años, pero quizás, cansados de repetir los mismos esquemas, las rutinas conocidas, estos buenos hombres se vuelven secos, parcos. Sin embargo, el viejon comenzó a contar tantos detalles sobre las librerías en el centro del DF, que lamente mucho no haber llevado una grabadora, porque esta segunda parte que reproduzco sobre las librerías defeñas, que tomo de la Revista Algarabía #89, se quedaría muy corta, frente a los acervos históricos, hemerograficos de gente como este buen señor, cuyo nombre, cometo la injusticia de no mencionar, porque olvide preguntarle.
Sea en todo caso, que la segunda parte de este trabajo, tiene como objetivo destacar, por supuesto la naturaleza y el papel de la Librería La WeB o N@D@ de Tejupilco, la más reciente de una historia, aun breve, que de momento solo puedo decir encuentra antecedentes en una librería que alguna vez tuvo en operación mi buen amigo Pedro Montoya y por supuesto la librería Barrueta, distribuidora de la editorial Auroch.
Carmen en la Librería La WeB ó N@D@ de Tejupilco
Considerando que solo 6% de los municipios de la República mexicana tiene una o más librerías, resulta muy interesante que en este pequeño municipio sureño haya presencia de dos librerías. Una, aun atendida como las antiguas librerías de mostrador y la otra, la WeB o N@D@ inspirada en la librería Gandhi. Esta es la segunda parte del trabajo Diego Flores Magón
En la segunda mitad del siglo XX ocurrió un cambio que transformo completamente el modo de la librería: desapareció el mostrador “Antes… el librero mantenía al cliente a raya mediante un mostrador, y el lector que no había pasado por las aduanas de la amistad, difícilmente podía circular, acuclillarse para repasar las estanterías inferiores o, sin ir más lejos, disimular su ingénita perplejidad ante una mesa radiante de novedades. Con Zaplana paso a la historia el patriarcado del mostrador; poco a poco las demás librerías, encabezadas por la Hamburgo, se solidarizaron con aquel precedente emancipador y se declaro la nueva época del autoservicio que culmina Gandhi (Adolfo Castañón)
Luego ocurrieron otros cambios que erradicaron la hegemonía del Centro: la Universidad se mudo al sur en los años 50; la ciudad se transformo de manera brutal y creció en todas las direcciones y, tiempo después el terremoto desalojó otras librerías como El Sótano, que hacía honor a su nombre al ubicarse en uno de A. Juárez. Con el ocaso del librero impresor, acabo el dominio de un patrón de casi cuatro siglos de vigencia. La Librería de Cristal, construida originalmente a un costado de bellas Artes, fundó un modelo de librería sin librero ni imprenta, orientada al consumo masivo de una ciudad moderna: abrió sucursales de 9 de la mañana a la medianoche, 364 días del año, e instalo sus tiendas preferentemente cerca de un cine.
En los años 70, siguiendo el despilfarro demagógico de Echeverría, se abrieron tiendas del Fondo de Cultura Económica… incluso en el edificio del PRI, que desaparecieron sin viabilidad comercial alguna, tan pronto como se acabo el subsidio presidencial. También, después de 1985 surgieron librerías de viejo en la colonia Roma, como Teorema… Gandhi marco estas tendencias “Lo que empezó como una pequeña librería para los dandis radicales se ha transformado en un grupo de sucursales dentro y fuera de la capital” El libro de arte, que se había demorado en salir del aparador, se puede tocar en Gandhi, que en los años 80 vende más libros de este género que Japón, y eso le merece una medalla…
Grillos pájaros, ajedrecistas, orugas que se abrigan en el capullo de su disertación, componen la población predominante a la que se añaden cazadores de libros, roedores de intimidades, editores fénix de efímeras revistas que solo nacen para morir y que solo mueren para cambiar de nombre, meseros que recogen junto con la propina la tradición oral, cinéfilos plantígrados, caras de niño, tétricos pelotudos y toda clase de fósiles envueltos en ámbar de nostalgia”

martes, 7 de febrero de 2012

HISTORIA DE LAS LIBRERÍAS

(Primera parte)
De la revista Algarabía No.89, reproduzco la “Revisión Histórica de las librerías defeñas” de Diego Flores Magón, en dos entregas, para comparar con las librerías en el estado de México y en especial en el Sur del estado.
Para conseguir un libro en México durante el siglo XVI, había que emprender una travesía transatlántica o buscar qué traía algún mercader recién llegado de Europa; aunque no había en la ciudad un establecimiento fijo donde buscarlos, si existían quienes se dedicaban a transportarlos. Tal era el caso del alemán Juan Cromberger, quien consiguió un permiso exclusivo de la Corona para vender libros en la Nueva España. Estos pasaban de mano en mano, y cada vez que llegaba un cajón de libros al puerto de Veracruz, la Inquisición, con una lista de títulos prohibidos –sobre todo literatura asociada con la Reforma protestante- revisaba las coincidencias. Así los prohibidos llegaban a la ciudad por contrabando, metidos en barriles o entre la ropa, y con títulos modificados en la carátula.
Libreria en Tejupilco
PRIMERAS LIBRERIAS: Los primeros establecimientos fijos para venta de libros aparecieron como extensión del taller de los impresores. Se tiene documentado que, en 1541, Andrés Martín tenía un local dedicado a la venta de libros en la calle Academia… Del siglo XVII se sabe de los talleres y tiendas de Diego Garrido, en Tacuba, Francisco Salvago, en Santo Domingo; Bernardo Calderón en San Agustín (hoy Rep. Uruguay). Durante el siglo XVII aparecieron las primeras librerías –ya bajo ese nombre-, como la de don Manuel Cueto, en la calle de San Francisco (hoy Madero), la Librería del Arquillo (hoy 5 de Mayo) … Por los sujetos que tienen alguna librería pública en esta ciudad, se sabe que, para 1768, había en la capital novohispana quince librerías de la Inquisición; sin embargo, en aquella ciudad de México, los libros podían encontrarse también en vinaterías, El Parían, azucararías, cajones de ropa vieja, relojerías, cochinerías, pues entraban al virreinato como artículos comerciales y se distribuyan al azar por las tiendas de la ciudad… También se compraban libros de manera casual en portales de conventos, y los favoritos eran devocionarios, vidas de santos, rezos y oraciones.
Estos hábitos perduraron durante el siglo XIX… Las Librerías mientras tanto, como locales dedicados principalmente a la venta de libros se consolidaron… estas tenían aun funciones desconcertantes: en un establecimiento como estos se podían comprar libros, pero también dejar muebles en consignación, además de que servían extrañamente como depósitos de objetos perdidos. Si uno recibía, por ejemplo, una carta dirigida a alguien más, era normal acudir a una de estas librerías para que ahí la recogiera su destinatario legal. A las librerías de esta época uno iba a conocer el precio de ciertos productos, como la canela.
LAAS LIBRERIAS MODERNAS. En la segunda parte del siglo XIX apareció la librería moderna. En el portal de los Mercaderes estaba la del Sr. Galván Rivera que se hizo célebre por sus tertulias; dando la vuelta por el Portal de los Agustinos (hoy 16 de septiembre- estaba la “colmada alacena de libros” de Antonio Torres. En ella, recuerda Guillermo Prieto, “en calculado desorden había catecismos y pizarrines, gramáticas… tablas de multiplicar, estampas de santos, cuentos y romances… ordinarios de la misa, en la mejor compañía de periódicos acabados de imprimir y folletos de ruidosa actualidad”
Estas librerías invitaban a la tertulia, y también ofrecían libros viejos. En el Portal de los Agustinos se encontraba la Librería Andrade, frecuentada por Lucas Alaman… En el Portal del Águila de Oro, donde hoy esta la Casa Boker, estaban la Antigua Librería Murguía, que sigue ahí desde 1845 y la Librería de Galván… que publica desde 1826 su calendario. En la primera mitad del siglo XX, las librerías siguieron estableciéndose en el centro de la ciudad y consolidaron la tradición del librero que también era impresor. El caso ejemplar es Porrúa, que llego en 1910 a las calles de Relox y Donceles (ahora Justo Sierra y Argentina) y que desde 1914 edito las cien mejores poesías líricas mexicanas. La Robredo, que se desprendió de Porrúa, se encargaba de conseguir “obras agotadas y raras”… justo donde en 1978 apareció la Coyolxauhqui. Aquí eran famosas las tertulias a las que asistían  Luis González Obregón y Artemio del Valle Arizpe
La Librería General en 16 de septiembre… es otro sitio que sirvió de tertulia… y Biblos, en Bolívar 22 era frecuentada por Ramón López Velarde… Entre sus muros, José Clemente Orozco exhibió por primera vez. Cultura de Julio Torri, es otro ejemplo de librería, imprenta y centro de congregación literaria… En el Mercado de El Volador, que estuvo hasta los años 30 donde ahora se encuentra la Suprema Corte de Justicia, había puestos legendarios de libros viejos, como la Librería de Cesar Cicerón... la de Don Juanito; y el Murciélago de Felipe Teixidor. El puesto de Jesús Estanislao Medina Sanvicente, ubicado en El Volador, se mudo a la calle de Academia en 1928, y ahí sigue…

jueves, 2 de febrero de 2012

LA RETÓRICA

Tremendo discurso el que pronuncio Andrés Manuel López Obrador en Tejupilco. Vehemente, persuasivo, enérgico, convincente, claro y sincero. Voz fuerte, ademanes suficientes, entonado el hablar, manejada bien la resolana que lo hacía sudar frente al auditorio, en la plaza pública. Todo un profesional de la política, Andrés Manuel es un gran orador.

La pieza retorica expuesta, a diferencia de quienes le antecedieron en el templete montado fuera del palacio municipal, estuvo compuesta por silogismos, por razonamientos, por abundante información estadística, financiera, histórica. Pero la parte medular de la oratoria de Andrés Manuel lo constituye su carácter personal, su moral intachable y ante todo el contenido del discurso político: bueno, y por lo tanto bello y agradable. A pesar de recurrir a entimemas como la ignorancia de Enrique Peña Nieto, de las particularidades que adopta la corrupción en el estado de México o de la sorpresa por la detención de un burócrata del PRI veracruzano, detenido en el Aeropuerto de Toluca, trayendo consigo 25 millones de pesos en efectivo, justo a la capital del peñanietismo mexiquense.

Por la importancia del mensaje que tuvimos la oportunidad de escuchar en tierras sureñas. Por las cualidades oratorias de López Obrador, por la ausencia de la enseñanza de la retórica en la educación pública, por las medidas que se adoptan en el estado de México para impedir el debate de ideas, a continuación reproduzco una parte importante del Dialogo conocido como Gorgias, que trata sobre la Retórica y la invitación para que se inscriban al curso que imparto sobre este tema, en la Academia DanzArte de Tejupilco

Respóndeme Sócrates (afirma Polo): puesto que te parece que Gorgias no anda acertado en la definición de la retórica; dime tu: ¿qué crees que es? Pienso (contesta Sócrates) que consiste en una adquisición experimental o rutinaria encaminada a producir cierto encanto o placer...Le sucede lo mismo que a la adquisición experimental adquirida de modo rutinario por un cocinero (que no posee realmente un arte) que a través de la preparación de sus alimentos produce agrado o placer. En este sentido, tanto la retórica como la cocina formarían parte de una misma práctica. Por todo ello, la retórica no merece el nombre de arte ya que llega con que (al que ha adquirido la rutina de la misma) tenga un espíritu dotado por naturaleza del don de gentes, con lo que llevar a la practica la adulación y el halago La retórica es una parte de la política, pero considero que es un feo retrato de la misma y, en cuanto feo, también malo. Y es un retrato feo y malo de la política porque en ella sucede lo mismo que con los cuerpos o las almas que aparentemente gozan de buen estado aunque la realidad es muy otra...Pero voy a aclararte aún mas lo que quiero decir... existen dos artes relativas a esos dos elementos: a una, la que está relacionada con el alma, le doy el nombre el nombre de política; en cuanto a la otra, la concerniente al cuerpo… se desdobla en dos, la gimnasia y la medicina. Pues bien, en la política hay una parte que corresponde con la gimnasia: es la legislación; y otra que se corresponde con la medicina: es la justicia ...Pues bien, sucede que es muy posible que en estas partes exista algo que se ha introducido furtivamente en el interior de cada una de ellas, fingiendo ser aquello en que se ha inmiscuido, y, sin cuidarse en absoluto del mayor bien, persigue y engaña a los necios con el mayor placer del momento, de suerte que aparece como digna de mayor aplauso. Así, la cocina, concretamente, se ha inmiscuido en el terreno de la medicina y finge conocer los alimentos más convenientes para el cuerpo... y los cocineros son capaces de rivalizar con los médicos acerca de cuáles son los alimentos buenos y cuales los malos, usando, para convencer, argumentos adulatorios tendentes a promocionar lo agradable pero no lo mejor… Del mismo modo sucede con la cosmética en relación a la gimnástica ya que usa de un procedimiento pernicioso, engañoso, innoble, impropio de hombres libres, que produce una impresión ilusoria merced a los vestidos y a los colores y los afeites… que hacen descuidar la belleza real y natural que se adquiere mediante la gimnasia. Por todo ello, puedo afirmar que la cocina es a la medicina lo que la cosmética es a la gimnasia. Y además, afirmo también, que, por un lado, la sofistica es a la legislación lo que la cosmética es a la gimnasia y, por otro, que la retórica es a la justicia lo que la cocina es a la medicina. Acabas de oír, pues, lo que yo opino sobre la retórica: es en lo concerniente al alma lo que la culinaria es en lo referente al cuerpo. Platón. GORGIAS

De igual manera León Tolstoi estableció una comparación muy profunda entre el arte y la comida: la gente que piensa que lo más importante de la comida es el placer que nos proporciona y la exquisitez de su elaboración no entiende que la verdadera función de la comida es nutrirnos. Lo mismo puede decirse del arte. Su función principal es cultivar nuestra conciencia, nuestra alma, hacernos conscientes de que formamos parte de la raza humana, de que no estamos solos. Sin embargo, los escritores jóvenes de hoy lo tienen difícil, porque la idea más popular entre la gente es que el arte sirve para entretener, es un espectáculo… pero esto ya es parte del curso LA RETÓRICA… informes en Librería La WeB o N@D@ de Tejupilco.