lunes, 24 de octubre de 2011

MALOS Y MALDITOS (primera parte)

Me encontré este ameno libro del Maestro Fernando Savater, cuyo titulo es el que empleo para este ensayo. Creo que es importante analizar este término que dibuja una raya entre lo bueno y lo malo y así mismo, la diferencia entre lo malo y el maldito. Porque parece ser que todos los humanos, los mexicanos de hoy, somos o malos o malditos. Y que la vida no podría ser únicamente un mundo de gente buena. En tiempos en que el horror ha escalado en México, hasta la cima de la sinrazón social: 50 mil muertos en 5 años, obligan necesariamente a reflexionar sobre el absurdo político nacional. Si la ETA anuncia en España su desmovilización y se escuchan voces que reclaman los 829 muertos en 40 años. ¿Quién habrá de exigir justicia, ni perdón ni olvido, para los autores del genocidio impuesto en México?
¿Quienes son los malos del drama nuestro y quienes los malditos? Porque los que mueren son victimas inocentes, calificados como daños colaterales, en el bofetadón provocador de grosera impertinencia Son las fuerzas públicas, que pierden la vida al obedecer sin preguntar Y son esa vaga, brumosa, categoría que responde al epítome de crimen organizado: compuesto de seres que dudan y se arrepienten, son los incontinentes, son los malos. Y por aquellos sujetos que saben y hacen y dicen ¡si y que!: son los intemperantes, son perversos, son malditos.
Mayoría que muere con un rasgo en común -la naturaleza genocida- es que son jóvenes de 15 a 40 años, producto del desempleo, del quiebre de la economía, desaparición de la agricultura productiva local, de la aceptación de reglas comerciales desfavorables. Sin empleo, sin esperanzas, exiliados en su país, sin justicia alguna, emigrantes corrompidos en las entrañas de los vicios norteamericanos. Mexicanos malos y malditos, producto de la corrupción de la vida política primero y de todo lo demás después. Son los gobernantes que deliberaron, razonaron, decidieron a sabiendas, que apostaron al desorden social, a la ruptura de instituciones, leyes, tradiciones, usos y costumbres, normas y pautas de vida. Son los hombres del poder, la mafia, los verdaderos malditos. Son los que usurpan el honor de ejercer la política, los intemperantes que hacen lo que saben que esta mal y gozan.
En el prólogo de  Malos y Malditos, Savater “propone una distinción conceptual basada en grados de maldad. Primero habla de los malos, que son los que se han creado a sí mismos, los que han elegido entre el bien y el mal éste último como forma de vida. Después se refiere a los malditos, los que practican el mal porque no tienen elección, porque se han visto impulsados por las circunstancias, porque se ven odiados, apartados o discriminados. Por último menciona a los adversarios, generalmente animales, que no pueden ser ni buenos ni malos porque desconocen el significado de estos conceptos”.
Sin embargo, mis lecturas de las Éticas de Aristóteles me llevan a encontrar una discrepancia que seguramente es producto de un error de interpretación de mi parte, pues el maestro Fernando Savater es el Filósofo y yo acaso, trato de romper con pinceladas de sabiduría, mis prejuicios ideológicos. No obstante la admiración que Savater profesa a los primeros y la conmiseración que dice experimentar por los segundos no la comparto, no al menos en estos momentos de tan terrible maldad que se ha apoderado de mi patria  
Según Savater, a la cabeza de los malos están el profesor Moriarty (bien puede ser Salinas de Gortari) o Lady Macbeth (Elba Esther Gordillo, sin duda); entre los malditos aparecen Frankenstein (Calderón o Peña Nieto), el fantasma de Canterville (los Cardenales Iñiguez u Onésimo Cepeda) o Sansón Carrasco (López Dóriga o Ferriz de Con); serían enemigos los velocirraptores de Parque Jurásico o el Tiburón blanco en Jaws (El Chapo o cualquier otro más de tantos “narcos”) Pero me detendré en dos casos que llamaron poderosamente mi atención: Chaka y su maldición y, el cerdo “Napoleón” de Rebelión en la Granja. Comienzo con el primero y dejaré para una segunda parte la obra de George Orwell, con la que tratare de desarrollar mi propia interpretación del mal y la maldad clásica.
Considerado a la par de estrategas militares como Julio Cesar o Napoleón Bonaparte, Chaka representa en la historia del pueblo Zulú lo que Carlomagno para Europa o Bolívar para Sudamérica. Sin embargo, la biografía de este personaje prácticamente no existe en los libros de historia por dos razones entendibles: haber sido un auténtico mataingleses, que se intentaban apoderar del cabo sur de África; y por ser victima de una terrible maldición de la que fue advertido y de la que no pudo escapar. Cruel y sanguinario, las guerras que peleo Chaka, las muertes que infligió, el terror que sembró no le dejo ser nunca, un buen gobernante y paso, en cambio, cuidando que ninguno de sus hijos viviera, pues como Edipo de Tebas, Chaka estaba sentenciado a que uno de sus descendientes habría de matarle al crecer: lo que efectivamente, así sucedió.
En La Maldición de Chaka de Ridder Haggard, el personaje central es Chaka, pero es Umslopogaas, el hijo valiente, fuerte como su padre, pero mas humano el que sobrevive a matanzas bestiales, como la de 400 mujeres a quienes Chaka acusaba de practicarle brujería y en cambio, culmina protagonizando, una historia donde hay mucha sangre y escenas tremendas: hay hombres que viven entre lobos y que se comportan peor que las fieras. Hay también, una historia de amor del mismo Umslopogaas y Nada el Lirio que acaba de manera trágica. “Cariño imposible mejor que la crueldad estéril, porque como dicen los poetas, el amor es mas fuerte que la misma muerte”



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