jueves, 7 de junio de 2012

LA CONTRACULTURA


Al finalizar su mal gobierno, José López Portillo, fue victima de un juicio social, por la fuerza de la televisión, prensa y radio, que se sintieron afectados por la expropiación del sistema bancario, decretado el 1 de septiembre de 1982. El “garito” financiero había operado contra México y López Portillo hizo uso de las facultades, que le otorgaba la Presidencia de la República.
Sin embargo, los meses restantes entre septiembre y diciembre, para la entrega del poder al sucesor designado por el mismo -el grisáceo De la Madrid-  López Portillo se dedico a exhibirse recibiendo premios, estatuas, reconocimientos, homenajes, que fueron el primer blanco del nuevo gobierno malagradecido. Emitió un decreto que prohibía la colocación de placas o reconocimientos en la obra pública. Se legislo, se sanciono y aprobó esta ley federal, que no pude verificar si aun esta vigente. Lo que si se, es que los gobiernos estatales hicieron uso de su autonomía federal y no la aplicaron en sus códigos particulares. El resultado es que 30 años después, en el edo Mex, se colocan placas con los nombres de los presidentes municipales, hasta en las banquetas minúsculas y locales de cualquier barrio delegacional…
En contraste, son las razones esgrimidas por el periodista y productor de series televisivas Epigmenio Ibarra, quien le propone al candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, que lleve el arte y la cultura “a los pueblos, a las ciudades asoladas por la violencia. La guerra, además de que mata a la democracia, mata a la cultura. Hay que llevar la cultura a las zonas de conflicto y no es tarea fácil…”
Y añade, con juicio sabio “Si usted, Andrés Manuel López Obrador, me pregunta dónde están los recursos, de dónde sacar el dinero para hacer esto en un país como el nuestro, donde tantos millones de mexicanos pobres necesitan con urgencia servicios de salud, vivienda, empleos dignos y educación, yo le respondería con una demanda, con una exigencia: al llegar al poder corte usted de inmediato absolutamente todo el gasto gubernamental en imagen pública. ¡Ni un peso más en propaganda gubernamental!” “Nunca en la historia de este país el gobierno había dilapidado tantos recursos públicos en gastos de imagen de funcionarios e instituciones. Sólo la Presidencia de la República gastó más de 6 mil 400 millones de pesos en spots, campañas, revistas.”
Seguramente la suma del dispendio publicitario, de Enrique Peña Nieto como gobernador, aunado al despilfarro inútil, en la promoción personal que se reproduce en la obra publica municipal mexiquense, es muchísimo mayor al del Felipe Calderón, por ejemplo esta el campus Tejupilco de la UAEM, que con 3 edificios de aulas escolares, una biblioteca y unas canchas deportivas, resiente la presencia inaudita, aplastante, grosera, de tres enormes placas (de 2 x 3 metros) dedicadas –dos- a Peña Nieto y una a Arturo Montiel. Recuerdos que surten efectos, porque atemorizan y engañan: 8 de 10 estudiantes creen que los edificios los hace el Gobernador, están convencidos que son obras que paga el gobierno y únicamente dos estudiantes, saben que son recursos públicos, son los dineros que pagamos la sociedad, son los productos del comercio o del petróleo nacional, lo que costea estos gastos o inversiones. Los demás no y por eso no dicen, ni se quejan, ni nada…
En cambio resulta de enorme urgencia que un nuevo gobierno se preocupe, se decida a llevar el arte y la cultura “a los pueblos, a las ciudades asoladas por la violencia. La guerra, además de que mata a la democracia, mata a la cultura. Hay que llevar la cultura a las zonas de conflicto y no es tarea fácil…”

Tras doce años de padecer, gobiernos afectados por la atención a los síntomas de las enfermedades sociales, se requiere que Andrés Manuel López Obrador encabece un gobierno que busque solucionar las causas de los problemas. Es en la disputa por la base social, donde se sabe y resuelven las delicadas causas del malestar social y  se da con remedios para alcanzar índices de  bienestar, empleos, servicios y cultura. El gobierno de Calderón cedió ese terreno al narco, y ése si hace cultura o contracultura. El narco sí que difunde lo que piensan en su naturaleza, su cultura de la muerte.
El término contracultura fue acuñado por el historiador norteamericano Theodore Roszak y seguramente no imagino que en México, ante el retraimiento del Estado, el narco haya ganado la batalla en el mundo de las ideas y las expresiones culturales. Nada ilustra mejor la derrota avasalladora del estado mexicano que el gusto por la violencia encarnada en la música, los gritos, los cinturones piteados, las botas de pieles exóticas, las armas, dijes y opulencia nauseabunda, que atrae a tantos mexicanos, ajenos a las verdaderas muestras de cultura humana.
Es vergonzoso, triste e indignante que las instituciones culturales del estado mexicano, se hayan distanciado de la realidad social y prefieran ser comparsas y pajes del desorden político nacional. Porque no hay estudios que se difundan sobre feminicidios, violencia o migrantes, familias desintegradas, alcoholismo, grupos marginales, embarazos tempranos, abortos, fanatismos, religiones. La CONACULTA que es el órgano piramidal, trabaja como si este país estuviera en paz y nada sucediera.
Además el CONACULTA, al igual que las áreas respectivas estatales, solo entiende y atiende, el entorno metropolitano y allí se estancan y se justifican. Por eso es que, “si no reconocen el nivel de violencia y creen que la solución es a balazos, menos van a pensar en llevar el teatro, el cine, la danza, la pintura, en fin, la cultura, a Ciudad Juárez, Tamaulipas, Chihuahua, Durango (o al Sur del estado de México).
Por eso, concluye Epigmenio y muchos nos sumamos a su demanda original, obligada además, que: “ni un centavo a publicidad oficial y así vamos a poder explorar más sitios arqueológicos, desenterrar nuestras raíces y conocerlas. Es una vergüenza que con la riqueza cultural y arqueológica que existe en el país todo eso se pierda y se utilice con fines turísticos, que siendo importantes no son prioritarios.

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