lunes, 24 de septiembre de 2012

LA GRAN COMILONA


Mi pasión personal por la gastronomía y la buena cocina es innata, pero puedo ubicar en la última década, cuando el gusto se transformo en oportunidades y necesidades para sobrevivir y para educar. Estar reunidos alrededor de la cocina me ayudó  a superar estados depresivos y fue instrumento decisivo, para mantener unida a la familia y enseñar a mis hijas la importancia de saber comer y de saber preparar los alimentos. La gastronomía entro en nuestras vidas con fuerza arrolladora y libero en mis muchachas instintos naturales en latencia, que afloraron con belleza y maestría.
Pero el asunto de la gastronomía ha sido testigo de un renacimiento mundial. Comer y beber bien esta íntimamente relacionado con la libertad de expresión y el ingenio ciudadano. En México se come y se bebe mejor que antes, pero solo unos pocos lo pueden comprobar, para el resto del país, igual que los derechos y libertades políticas, el buen comer esta vetado, es inaccesible y la mala educación es el puente roto que impide el gran salto del comer vulgar y sin gusto, al saborear manjares como los dioses.
Un recuento de sucesos gastronomicos que han marcado la década, son las siguientes novedades: 1) Las tiendas de congelados, capaces de ofrecer productos de todas las temporadas, de todo el mundo, en todo el año. 2) La leche sin lactosa y las variedades de soya, de almendras etc. que han modificado enormemente los hábitos alimenticios y las experiencias culinarias. 3) El queso fresco para cocinar, que ha abierto un mar de posibilidades a derivados lácteos como el feta, mascarpone, mozarella, ricotta. 4)  El mundo de los preparados inaugura para el arroz y a las pastas al minuto, un nicho de mercado insospechado. 5) Se ha desarrollado un segmento de masas de fácil preparación  como la pasta hojaldre, de galletas dulces, saladas, listas para creaciones de la cocina. 6) La oferta de cereales  ha multiplicado las variedades disponibles, además de trigo y arroz. 7) Si el Nuevo Mundo fue descubierto al buscar caminos que llevaran a la antigua Catay, por canela y pimienta, en la última década han aparecido en los mercados mil y una especias, en envases listos para usar: pimienta de cayena, azafrán, pimienta rosa, curry, cúrcuma… 8) No todo es  descubrimiento, también, en estos años se ha recuperado la costumbre de usar las galletas de la infancia, las de antes –Marías, animalitos- que regresan para elaborar tiramisú, tartas y cuanta cosa se quiera cocinar con sabores fáciles y económicos. 9) Finalmente, hoy existe un amplio espectro de sabores concentrados -salsas liquidas, en polvo- que potencian los sabores y los colores de los platillos de las cocinas
Tuve oportunidad de comprobar lo que digo, al realizar la semana anterior un viaje a la Ciudad de México y encontré, como siempre, muchas novedades, ideas, formas y cambios que me sorprendieron. Fue tanta mi emoción por redescubrir siempre la gran ciudad que sin darme cuenta caminé cerca de 20 Km. Toda una prueba atlética a través de la eufemísticamente catalogada “jungla de asfalto” y se queda corto el epígrafe. Pude comprobar que la anteriormente apacible esquina de Insurgentes Sur y Vito Alessio Robles, donde la cafetería Lynis se convertía noche a noche en punto de reunión de bohemios y políticos, ahora esta convertida en paradero de “metrobús”, con monumento a Clouthier y enorme plaza comercial con tres niveles de establecimientos comerciales, coronada por las oficinas centrales de NAFINSA. Abundan los negocios que la modernidad dependiente ha promovido hasta la saciedad, como Starbucks, Mcdonal’s, Burguer King, Yuppies. Giros novedosos, olorosos, muy visuales, muy caros, más aburridos. En todos ellos el ruido, las luces y colores, la química empleada para atraer y seducir incautos son impresionantemente efectivos. Es el mundo que tanto apantalla a los paisanos que emigran al imperio y dócilmente se integran a ese mundo artificial.
En contraste visité los fabulosos restaurantes de “La Bodeguita de en Medio” y “La Fonda de Santa Clara”, ambos en el sur de la ciudad, dueños de un enorme prestigio, tradición, exquisitez gastronómica y buenos precios. La bodeguita, el tradicional centro cubano en México, con toda la gama de Daiquiris, Martines y Mojitos de categoría. La Fonda Santa Clara, representante de la única cocina poblana, donde los moles y huanzontles, dulces de leche y jericallas, chiles en nogada y pipían de temporada se mezclan con delicias entomológicas no para todos atractivas.
Más al centro, en la confluencia del Paseo de la Reforma e Insurgentes no pude resistirme a visitar una pequeña fábrica de dulces fundada desde 1954. Allí se producen los chocolates en trufa y enjambres así como unas tortugas con chocolate y nueces que se revenden a precios carísimos en los almacenes de prestigio como Palacio de Hierro y Liverpool. Pero la especialidad de este negocio es el “agar”, auténtica goma dulce elaborada con algas rojas desecadas, toda una delicia para el paladar. Por el rumbo de la Colonia San Rafael me detuve en el Sep’s de Antonio Caso. Comida Alsaciana, francesa e italiana. Restaurante que huele a viejo y me pareció caro a pesar de ofrecer una magnifica comida principalmente a base de carnes, pecho de ternera, chamorros, salchichas alemanas, sopas restauradoras y el siempre y tradicional entremés de verduras y paté con panes negros, de ajo y centeno. Platillos con precios que oscilan entre los $300 y $400 pesos, que aunados a las sopas y ensaladas, entremeses y sumados a las bebidas, arroja cuentas de más de $800 pesos por persona.
Pero el lugar que acaparó mi atención, sin duda, fue el Casino Español. Célebre y reconocido comedero en el mero centro de la capital de la República. El inmueble donde se aloja este restaurante, en la calle de Isabel la Católica esquina con Madero es maravilloso. Con exposiciones permanentes de arte y fotografía. Un salón adornado por las imágenes de los Reyes Juan Carlos y Sofía y todo el marco para degustar la comida española, en un salón pletórico de comensales, lleno al tope. La lista de viandas y platillos es enorme. Las sopas y caldos, gallego, de mariscos al Pernod, de ajo. Las ensaladas variadas, de endivias, alcachofas, con salmón, aderezos, los entremeses, entre los que sobresale el jamón serrano de la casa de $400 la orden, y los pimientos Piquillo, una delicia nacional española. Entre las carnes sobresale el Cordero Lechal, el Solomillo, el tierno Lechón, con manzana en la boca y todo. Entre las aves quede con ganas de probar el Pato, pero donde la variedad se torna un caleidoscopio es en los productos del mar. Gambas, langostinos, Caracoles a la bilbaína. Comí por $169 una cazuela de róbalo con almejas güeras y camarones en tinta de pulpo, y la verdad quede para chuparme los dedos. El postre una delicia, probé las natillas y el café cortado inigualable. El pelo en la sopa fue el vino recomendado, unas botellas de ¼ de un tinto joven español pero con demasiados taninos que me provocaron sed y cansancio.
Sin duda que la gastronomía es uno de los mercados económicos-culturales que mas deben promoverse en nuestro país, por el empleo que genera, los sentimientos e inspiración que provocan, el estilo y gusto que traen consigo, las opciones asociadas que derivan –música, juegos de mesa, librerías- por todo eso y más…
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