jueves, 20 de septiembre de 2012

LA LEY DE HERODES... RELOADED


Como lo adelante en la contribución anterior, haré de la reseña de La Ley de Herodes, un ejercicio de la memoria, un desafío a esa parte de la sociedad que deliberadamente trabajo por el retorno del PRI al gobierno de México; y para estas tierras sureñas, alejadas e ignorante –en su gran mayoría- de la historia, la información y la conciencia política,  como material de reflexión (reflejarse en un espejo) antes que el destino previsible y anticipado  nos alcance.  Pero primeramente regreso al mismo inicio de la columna pasada en que abordé la película del Crimen del Padre Amaro, donde denuncie la desaparición de Ruy Salgado @el5anto, fundador  desde hace un año, del medio alternativo de comunicación llamado El 5antuario. Cabe señalar que este blog concentra más de 50 mil seguidores en Twitter; siete mil suscriptores en Facebook, mientras que sus videos han sido reproducidos más de seis millones de veces en Youtube, y su blog ha sido visitado en más de 24 millones de ocasiones. Argumentos mas que suficientes para que, ante el retorno del PRI, haya sospechas justificadas de que la desaparición de Ruy, esté relacionada con la restauración de la Dictadura-PRI. 
Existe un paralelismo entre la desgracia que le ocurre a Ruy y a toda la comunidad de las redes sociales, con el origen de la Ley de Herodes, cinta filmada en 1999 por Luis Estrada. Entonces, el filme no fue bien visto por las autoridades encargadas de la difusión cinematográfica en México y se intento que fuera sometida al filtro de la censura. Aún se vivía bajo la dictadura del PRI y se avecinaba un año electoral decisivo. A pesar de ello, la presión de la ciudadanía consiguió que La Ley de Herodes fuera exhibida en carteleras. Para muchos, la visión de esta cinta tuvo un impacto significativo en el sufragio del voto que desgraciadamente se confió a Vicente Fox y toda la parte conservadora, reaccionaria, tonta y aldeana de México, que durante los últimos doce años destrozo el Estado político mexicano. La carnicería desatada por el segundo titular de la Presidencia, el usurpador Calderón, acabó por orillar a otra parte de la población a elegir-vender-regalar por miedo e ignorancia, su voto –fraude, robo y  usurpación, mediante- para el retorno del PRI, en la figura telegénica –hecho por y para la TV- de Peña Nieto. Que es el gran cambio entra La Ley de Herodes ambientada en 1949 y El te Chingas o te Jodes versión 2012.
La Ley de Herodes es una película magistral, por el tema, las actuaciones pero primero que todo por el realismo de los personajes: La trama comienza en el momento en que el licenciado López (Pedro Armendáriz), secretario del gobernador, decide nombrar a Juan Vargas (Demián Alcázar) encargado de un basurero y antiguo militante del PRI, como nuevo alcalde de un poblado llamado San Pedro de los Saguaros, hasta las próximas elecciones en las que el Lic. López es aspirante a la gubernatura del estado. Vargas afronta su misión con las mejores intenciones, hasta que poco a poco va descubriendo los beneficios del poder y la corrupción. Se transforma así en un tirano capaz de todo, incluso de recurrir al crimen, para perpetuarse en el poder.
Por cierto, un anécdota relacionado con esta película, es el de un día que me  hicieron una visita a un restaurante que tenía en Tejupilco (La Misión) el Cabildo en pleno del Alcalde en turno, y la reacción de uno de los integrantes cuando vio proyectada en las pantallas de los televisores del recinto esta cinta, dijo “usted, como que siempre nos ataca mucho”… Es la versión nativa de la Ley de Herodes. Porque esta obra del séptimo arte, “puede considerársela como una de las grandes películas mexicanas de los últimos cuarenta años, no solamente por su calidad y humor irónico y mordaz, sino también por haber influido en muchos votantes para destronar del poder al partido hegemónico al cual retrata de cuerpo entero, con todos sus vicios, defectos y contradicciones. Lo que llama poderosamente la atención es la capacidad de síntesis de la que hace gala, pues refleja fielmente el estilo de gobernar priísta, las relaciones internas de poder en el partido, sus reglas para llevar a cabo la sucesión de los gobernantes, su forma de relacionarse con la iglesia, con la oposición y con los Estados Unidos, y de cómo mediante el autoritarismo y la corrupción, el PRI, el gobierno, el estado y sus instituciones, llegaron a convertirse en una y la misma cosa. Y todo, con la finalidad de consolidarse no sólo en la cumbre del sistema político mexicano, sino de constituirlo en exclusiva” (Wikipedia).
Aun más importante que la historia misma y las extraordinarias actuaciones de los protagonistas, es la manera en que son abordados los símbolos del poder y la obediencia a lo largo de la trama. La Ley de Herodes es todo un festín simbólico de nuestra clase política, tan corrupta y arrogante que nunca habla con el pueblo. En toda la película, los indígenas no profieren palabra alguna, el pueblo es mudo. Es la divisa, es el estilo, es la Ley de Herodes que vemos diariamente en territorio mexiquense. El pequeño pueblo es además un escenario micro de las acendradas luchas entre partidos, iglesia, empresarios. Y Vargas, a pesar de llegar con propósitos diferentes, termina por entender la consabida frase: que te haga justicia la revolución. La comedia sube de tono, del humor casual, al negro, al drama, para finalizar en la tragedia: nuestra tragicomedia mexicana. Damián Alcázar (Varguitas: el clásico burócrata lambiscón y agachado) lleva la carga narrativa mostrando la lenta y terrible metamorfosis de la ingenuidad a la locura.
El episodio de la pistola y la Constitución, refleja nuevamente la esencia simbólica de la cinta, que es la misma que la del sistema político que retrata: la capacidad de ejercer violencia y la de administrar la Ley. El Estado es así reducido a una herramienta de coacción al servicio de unos pocos frente a la gran mayoría. La pistola posibilita a Vargas intimidar a la población y la Constitución, así como sus reinterpretaciones y particulares añadidos, le permite imponer multas, crear nuevos impuestos y obtener recursos de la gente. La misma Constitución es utilizada en la película para guardar el dinero recaudado, símbolo del uso corrupto que se hace de ella.
Hay que resaltar que Luis Estrada es autor del guión y de la producción, además de la dirección de la película mexicana que denuncia la impunidad en la que vive la clase política. Es el político corrupto, que lejos de ser castigado, es protegido y tapado, garantizándose entre unos y otros la permanencia en el poder. En un momento de la película se afirma: ''El reto para nuestro partido, por el bien del país, es estar en el poder por siempre y para siempre". A pesar de las diferencias de partido, la película sostiene que unos y otros son lo mismo, y en este ácido retrato, el poder eclesial también está implicado, negociando y sacando beneficio del mismo modelo de corrupción. Pero la película también permite observar la otra cara del sistema de corrupción generalizado, la cara de los pobres sobre los que se sustenta todo este modelo. En el caso particular del pueblo de San Pedro de los Saguaros resulta que la mayoría de la población, de origen indígena, no habla español porque no hay escuelas y viven en una situación de extrema exclusión social. Se trata de una población sobre la que se construyen discursos de modernización y progreso, los que justifican infraestructuras y planes de desarrollo, cuando no posibilidades de negocio. Idénticamente, pero de manera dialéctica, en el tiempo presente, el PRI ha conseguido que la población mexicana sometida en los ámbitos estatales donde se ha impuesto, sean gente muda y analfabeta, funcionalmente en términos de los lenguajes de la modernidad, la conciencia, informática, matemáticas. La sociedad bajo el PRI ni sabe leer ni sabe pensar.
Basada en la obra de Jorge Ibargüengoitia “La Ley de Herodes y otros cuentos”, la versión cinematográfica constituye una de las criticas mas demoledoras en contra de un sistema corrupto, venial, sometido a los gringos, asociado con el clero y en equilibrio conjunto con la clerigalla, el conservadurismo ramplón y todas las estructuras corruptas que forman parte del “sistema” que son la mafia y cuya “filosofía” es resumen y compendio de lo peor que existe en México: ¡El que no tranza no avanza! ¡Ahora si me saliste más cabrón que bonito! ¡Te tocó la ley de Herodes, o te chingas o te jodes! ¡Están jodidos porque quieren! ¡Ah que mi licenciado, igual que los demás, na’ más llegandito y ya quiere su mordida! ¡Un político pobre, es un pobre político!



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