lunes, 26 de marzo de 2012

BENEDICTO XVI


Existe un periodista mexicano, especializado en el análisis de contenidos en la televisión, que tiene dos cualidades y quizás tres: es el único, es certero y es valiente. No puedo agregar otros criterios con seguridad, pero podría decir que me parece honesto y además, su imagen exagerada, corresponde con la relativa juventud que representa. Su nombre es Álvaro Cueva y lleva muchos años trabajando en esta faceta del periodismo, que le ha dado reconocimiento y que firma sus columnas al finalizar, con la frase “atrévase a opinar”
El fin de semana, Álvaro Cueva publico “Benedicto XVI y el cambio verdadero” y a continuación transcribo una síntesis personal de su trabajo: “Estoy bastante molesto por el circo mediático que se ha montado alrededor de Benedicto XVI. Y no, no es por un asunto religioso, es porque, esto deja de ser periodístico para convertirse en algo propagandístico. Porque toda esta euforia contrasta con la nula, o casi nula, cobertura televisiva alrededor de otros temas. No puede ser que ocurra alguna enorme tragedia en algún punto de nuestro país y que, nadie o casi nadie, la cubra.
En cambio, viene el Papa y, misteriosamente, en donde no había recursos, capacidad ni posibilidades, todo se convierte en apoyo, en dinero…Me queda claro que la visita de Benedicto XVI tiene cualquier cantidad de lecturas políticas y sociales, ¿pero cuál es la lectura televisiva? ¿Cuál es la lectura mediática? Es: México vuelve a creer, México regresa a esta fe, México olvídate de todo lo que estaba pasando para concentrarte en esto, para solucionar tus problemas con esto.
Y, por supuesto, más de una instancia de poder le ha sacado provecho a esta plataforma, más de una instancia de poder nos ha invitado a olvidar todo lo que la figura papal venía arrastrando particularmente en nuestro país. Aquí las palabras claves son olvidar y regresar. Si olvidamos, si regresamos, vamos a volver a lo mismo. ¿De eso se trata?
Me preocupa, le juro que me preocupa, la manera como la televisión abierta de este país nos ha estado alimentando en los últimos días. A lo mejor usted es una persona muy culta y muy preparada y no se traga todo lo que mira, pero hay mucha gente que se está entregando a estos fenómenos como si no existiera ninguna otra cosa en el mundo.
Le voy a poner un ejemplo que me cimbró y que viene mucho al caso con lo de Benedicto XVI, nuestros valores y nuestras prioridades. Hace exactamente una semana terminó una telenovela titulada La que no podía amar, cuya lectura ideológica era un desastre. Era la historia de una mujer que, después de haber sufrido cualquier cantidad de humillaciones, termina perdonando al hombre que más la maltrató.
A lo mejor eso era muy entendible hace más de 40 años, cuando la posición de las mujeres era otra y cuando de lo que se trataba era de preparar a las señoras para aceptar su destino. Hoy, a 15 años de Mirada de mujer, proponer esto, se me hace imperdonable. Yo, obviamente, lo denuncié. ¿Y sabe qué fue lo que pasó? Que de la nada aparecieron hordas de mujeres frenéticas atacándome porque, se supone, ése debería ser el final.
¿Y cuáles eran sus justificaciones? Que el villano de esta historia estaba muy guapo, que había cambiado, que había sufrido, que el amor lo había transformado y que, por supuesto, merecía otra oportunidad. Sí, yo sé que a lo mejor esto le suena muy bobo, pero no lo es. En melodrama, el que la hace, la paga, aunque cambie, aunque se arrepienta. ¿Por qué? Porque estamos hablando de un género dramático sustentado en la oposición del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto. Si ahora el pueblo de México va a justificar cualquier cosa bajo el argumento de que alguien está muy guapo, de que ha cambiado o de que ha sufrido, ¿por qué nos sorprendemos de que tantas personas apoyen a Enrique Peña Nieto nada más por su galanura?
Es educación sentimental, es educación mediática, es algo que consciente o inconscientemente nos está marcando y que está definiendo. ¿Ahora me entiende cuando le digo que estoy molesto por el circo mediático que se ha montado alrededor de Benedicto XVI? Es olvidar, es regresar, es algo que ameritaba otra clase de tratamiento considerando que ya no estamos en los tiempos de la primera visita del Papa en 1979. ¿O usted qué opina?  ¡Atrévase a opinar!”
Álvaro Cueva esta lejos de los análisis que publica la revista PROCESO de la pluma de Florence Toussaint y por supuesto que este extraño personaje, que aparece en la televisión, en el canal del Grupo Milenio no es ni Danilo Astori ni Noam Chomsky, pero justamente eso lo hace singular y novedoso.
Por ejemplo, al conocerse la noticia de que Jacobo Zabludovsky se integra al sistema de televisión ESPN, para comentar al lado de José Ramón Fernández, los próximos juegos Olímpicos, Álvaro Cueva publico lo siguiente “¿Sabe usted lo que esto significa? Es la noticia del día. Jacobo Zabludovsky es el maestro de maestros, el hombre que diseñó el formato de lo que hoy conocemos como noticiario de televisión en este país. Pero no sólo, es el genio que inventó el formato de guión que hasta el día de hoy se utiliza en muchísimas televisoras, el cerebro que preparó a decenas de los más importantes comunicadores de toda América Latina. Es un hombre fundamental para entender no sólo la historia de la televisión mexicana, la historia de México.
Tener juntos a José Ramón Fernández y a Jacobo Zabludovsky va a ser un acontecimiento histórico, un evento mediático, dos titanes frente a frente, dos dioses dispuestos a darlo todo. ¿Para qué? Para descubrir otro tipo de periodismo, para encontrar otra clase de comentarios, para enfrentar desde un manejo radicalmente diferente del lenguaje hasta una categoría aparte en cuanto a tonos, tiempos y movimientos”
Y repito, para terminar, la posdata de Álvaro Cueva, que tanto falta en este Sur del estado de México. ¿O usted qué opina?  ¡Atrévase a opinar!”




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